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Columna

Mozart no fue albañil

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Cuando han callado los instrumentos musicales de consagrados artistas, que por un rato lograron desplazar al reggaetón, estamos en el “Hay festival” que vuelve a agitar la Cartagena cultural, y vamos hacia las tiernas madrugadas de la Popa.

En estas delicias de la gran música, Cartagena no se quedó en una élite culta y elegante. Su pueblo tuvo acceso a melodías inmortales interpretadas por artistas de jerarquía. Y también por artistas locales de los barrios, como los de la Sinfónica de Cartagena. Cada vez  llega a más cantidad de gente que puede mejorar sus conocimientos, y aprender otras posibilidades de vida y deleite.

Popper, dice que “la música es un juego y un arte que depende de la memoria del  oyente”. Pondera el impacto en el ser humano de lo que ha escuchado, y remite al deleite que da la rememoración auditiva. 

Esto trae la inquietud de denunciar que no solo preparan un programa especial pensando en la audiencia, sino en ir elevando su nivel. Pero también se llega a denunciar que los artistas pueden ser “oportunistas” por un irrefrenable deseo de gustar, que se hable de ellos. Esos aplausos y aceptación que tanto agradan a todos los seres humanos.

Es evidente que el público prefiere oír lo conocido. La presencia de una obra y un compositor nuevo en el programa, significa riesgo de fracaso económico.Se exagera al contraponer un arquetipo de artista auténtico que quiera avanzar sin tener en cuenta la opinión de nadie, y el otro…que es más práctico por escoger el producto que pueda agradar a la audiencia.

La idea de no dejarse imponer una selección por la nostalgia y la memoria, tiene partidarios recalcitrantes. Pero en casi todo programa se alternan composiciones con calado en la memoria de los oyentes, con otras que van educando su oído.

La incorporación de la opera, fue exitosa. Las “bodas”, con excelente interpretación, cautivaron gran cantidad de público entendido.

Mozart supera al romanticismo de su época con obras que perviven, mientras mueren los preciosismos. Su calidad imperecedera es la perfección, su música representa la esencia de lo bello.  

Este genial compositor ha tenido especial trascendencia en Cartagena. Nuestro poeta emblemático, fue torturado por una dama aficionada que hacía música. Desesperado concluía un poema diciendo: “¿Pero por qué  Mozart no fue albañil?”

Muchos hemos padecido esa especie de sesión solemne íntima, si cabe la expresión, cuando en alguna  reunión social, la señora o la hija de un amigo, al piano, o con violín, destroza la más bella melodía, y encima tenemos que aplaudir, como le ocurrió al chispeante tuerto.

Simpático nos pareció, que al terminar las sabrosas “bodas” (tres horas y pico), una distinguida asistente, con acento del altiplano, musitaba concluyente: “No, qué horror, unas bodas tan largas, cuando ahora los matrimonios apenas duran un ‘chis’ ”.

abeltranpareja@gmail.com

 

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