En la Navidad vamos a los centros comerciales buscando los regalos para cada uno, esperando acertar. Siendo el anticipo de Hay Festival, sería apropiado dar los libros de los autores que nos visitarán en enero, para conocer la obra y la personalidad de esos seres especiales que nos hacen ver cosas desapercibidas para los demás.
Leer es la única manera de ponernos los lentes de los demás, es ponernos en sus zapatos para las travesías llenas de obstáculos y de fantasías que cada uno convierte en síntesis y libro.
Decía Carlos José Reyes, “el primer libro por medio del cual el hombre se separa de la naturaleza y comienza a construir la cultura es la roca. Las pinturas rupestres elaboradas en las cuevas, empiezan a establecer la distancia entre la cosa y los signos convencionales que la designan.”
Para no temer al bisonte, las culturas primitivas lo dibujaban en un acto mágico para que el cazador saliera victorioso, capturando su imagen. Es la misma acción de un niño “cuando dibuja la imagen de su casa, el sol, el árbol, la representación de sus padres y su propia imagen.” Así fija su territorio en el mundo.
Antes, los maestros de la escuela, de la universidad, un hombre de leyes, un dirigente gremial, no tenían tiempo de recoger sus experiencias, logros y equivocaciones, en un libro que enseñara a los ciudadanos a pensar y a superar errores. Pero hoy, en la mente de casi todos ellos está la idea de escribir el gran libro de su vida.
Los libros de autoayuda, antes vistos como poca cosa, son valorados; el mundo está en una crisis general que enterró a los hombres en enfermedades raras, en guerras religiosas, en enfrentamientos de poder.
Y el que quiera divertirse en casa, compre un libro de cuentos de la mexicana Elena Poniatowska, la aristócrata polaca que a pesar de su nobleza, defiende a los 43 estudiantes de Guerrero, y alza su voz desde el Zócalo: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
No me gustan los libros de los secuestrados. Bastaría con dos o tres. Siento que los editores buscan vender hechos atroces que serían más dicientes mantenidos en silencio. La dignidad humana así lo exige.
Los libros académicos serán hermosos si encuentran un lenguaje común. No me gustan los libros de semiótica escritos en un metalenguaje para 4 expertos del mundo. En Colombia hay más de 3 déspotas de la palabra, que les encanta confundir al hombre de la calle.
Y… son fascinantes los poemarios, las novelas, los ensayos. Todo amor y todo sentimiento.
No pierda el tiempo, compre un libro en esta Navidad.
Directora Unicartasaramarcelabozzi@hotmail.com