Por estos días está de moda otra vez la pregunta, ¿cuál es la función social de la filosofía? Y muchos responden: Para nada. A la gente pobre hay que enseñarle carpintería para que se gane la vida con algo “práctico”.
George Novack, en su libro, “Los orígenes del materialismo”, se preguntaba, ¿qué es la realidad?; y ¿cómo se conoce la realidad? Allí nos hablaba del surgir de lo nuevo de verdad, cuando se cumplen las etapas de crecimiento y desarrollo del pensamiento humano.
Es cierto que gratifica bordar, tejer, arreglar un cable, esculpir un busto, formar una vasija de barro y todo lo que implique desarrollar la motricidad fina, las habilidades y destrezas para construir una casa. Pero igual de importante es el desarrollo personal, la ética para ciudadanos, manejar la filosofía como la “Teoría crítica de la sociedad”.
En la Udecé tenemos una excelente facultad de Ciencias Humanas, donde se forman hace muchos años jóvenes pensadores que saben hacer una investigación rigurosa para reflexionar sobre lo humano, para hacer de nosotros mejores seres humanos.
El catedrático Harold Valencia López, Decano de la Facultad en el año 2002, sostenía que “Platón consideraba la filosofía como una autorreflexión del alma sobre sus supremos valores teóricos y prácticos, sobre lo verdadero, lo bello y lo bueno. Reflexión que genera un saber que llega hasta la raíz, la esencia de los fenómenos y no se queda, como sí lo hace la opinión, en la periferia, en la apariencia.”
Descartes, Shiller y Schelling relacionaron la filosofía con el arte y su fin era introducir un la belleza en la vida de los hombres. Por su parte, Marx hablaba de dejar atrás la metafísica para convertirse en crítico de la sociedad, de lo establecido, para ser la transformación de lo ya existente. No hay época histórica sin distintas escuelas del pensamiento que no indaguen por nuestro papel aquí y ahora.
“La filosofía no se resigna a aceptar que las acciones y fines del ser humano deban ser resultado de la ciega necesidad. ‘Ni la forma de vida social ni los conceptos científicos, ni el modo de pensar establecido ni las costumbres dominantes deben ser adoptadas como hábito y ejercidas sin crítica’.”
A las palabras de Valencia López, yo agregaría que la filosofía nos hace más felices porque nos ayuda a conocernos mejor y a respetar a los demás. El conocimiento es el factor de desarrollo de los pueblos, sobre el cual se construye la solidaridad, la justicia, la libertad y la fraternidad, principios de la Revolución Francesa, ignorados hoy.
*Directora Unicarta
saramarcelabozzi@hotmail.com