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Columna

Carlos Méndez, in memoriam (*)

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Asisto a esta ceremonia fúnebre para despedir al doctor Carlos Gustavo Méndez Rodríguez, y así dar testimonio de las calidades humanas, de la amistad del colega, del académico de la Medicina y de la Historia. En su etapa como estudiante universitario mostró inquietudes intelectuales, amén de una sólida disciplina, atributos que lo llevaban a participar en diálogos literarios, ideológicos, filosóficos e históricos. Esas actividades en la madurez de su periplo vital se incrementaron en el profesor y el académico. Usando el portalón que me brinda la Academia de Medicina y la Academia de la Historia, vengo a honrar los atributos intelectuales y humanísticos del profesor y del historiador.

Méndez Rodríguez fue un escritor e investigador perspicaz y un lector infatigable, cualidades que le facilitaron una producción literaria, científica e histórica en las que se percibían los rasgos de su cultura, que dejó huella en los distintos escenarios de la inteligencia.

A pesar de que en las resoluciones de homenaje se señalarán aspectos relevantes de su biografía, debo reiterar que Méndez Rodríguez, el médico y profesor ocupó por mérito propio los distintos ascensos en la universidad. Era Especialista en Medicina Interna, Jefe del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina y Decano de la misma, Vicerrector de la Universidad de Cartagena, Vicerrector de la Universidad Libre; y para más veras miembro de la Academia de Medicina de Cartagena, Miembro de Número de la Academia de la Historia y su Vicepresidente.

A lo anterior es menester destacar que con férrea disciplina escribía una columna dominical en el periódico El Universal. En esos escritos con un estilo muy suyo, abordaba aspectos relacionados con la historia universal y facetas desconocidas de la picaresca cartagenera. Hacía uso de una terminología y adjetivos pergeñados por él, que le conferían a sus escritos un estilo propio. También, como médico que era abordaba la problemática de la salud en Colombia y los avatares que padecían los médicos y los pacientes después de la implementación de la Ley 100 de 1993.

Con el deceso del médico Méndez Rodríguez habrá sensación de ausencia entre sus amigos, colegas y habituales contertulios, porque él era un valor humano que cultivaba la amistad en su más amplia acepción. Ausencia que nos duele a quienes lo conocimos y valoramos como un símbolo de la auténtica amistad de la que Albert Camus llamó “la ciencia del hombre”. La partida del académico Carlos Gustavo Méndez Rodríguez será notable, y de qué manera, en las academias de Historia y de Medicina.

Y qué decir de lo que significa ese inmenso vacío, imposible de llenar, para Tulia, Carlos Gustavo, Isabel y demás familiares. 

 

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