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Columna

Sin pena ni miedo

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El 6 de septiembre, el periódico El País, de España, publicó una entrevista a la escritora Rosa Montero, sobre su reciente novela “Carne”. Montero, quien tiene 66 años, dice que en esta obra ella trata sobre las encrucijadas que agobian a las personas de edad avanzada, ya que en ella intenta describir todos los  achaques y problemas  que acompaña  la vida prolongada o senectud, algo que coloquialmente se llama en Cartagena como los “Extra inning”. Es un tema  problemático porque con el paso de los calendarios, según Montero “El tiempo te va royendo los huesos, te va asustando, encogiendo y llega un momento en que te planteas si no ha sido un fracaso total”.Según la novelista llegar a la tercera edad no es un juego ya que esta etapa no es para blandengues y recomienda afrontarla así: “Ni pena ni miedo, no hay que mirar para atrás con pena, no hay que mirar para adelante con miedo”.

Tiene razón la escritora en su enfoque. En el periplo vital hay algunos hechos inexorables, entre ellos la senectud y la muerte, las cuales no podemos eludir, en razón que el transcurrir del tiempo nos las impone. Pero a pesar de esto, el ser humano parece que se siente omnipotente y trata de ignorar el vasallaje que la  finitud del ciclo biológico le impone. Es una perogrullada, pero el paso de los años roe de manera persistente al  ser humano, con las resultas de que en la ancianidad le escamotea uno a uno los placeres de la vida, al punto de que algunos se sienten sobrando en este mundo por la muchedumbre de males que le agobian, como la memoria que se deteriora y que traiciona cuando más se necesita, la visión que se enturbia y el sueño se hace frágil, además de una multitud  de enfermedades que lo acosan.

Para colmo de peras en el olmo, como decía el Tuerto López, a esto se agrega el matrero fantasma de la soledad que se vuelve asiduo visitante y arrecia con  toda la enormidad de su horror. Esta etapa de la vida fue resumida por Quevedo magistralmente en unos versos que dicen: “Ayer se fue, mañana no ha llegado, / hoy se está yendo sin parar un punto / soy un fue, y un será y un es cansado”, que se hacen presentes a toda hora en la memoria. Por otra parte, a los ancianos en ocasiones se les da un trato que conjuga el olvido con el desprecio, una situación lacerante para el alma.

En fin, en mi opinión, Rosa Montero tiene razón, esta etapa del ciclo vital hay que encararla con valentía, eso sí, se debe tener la certeza de que cada día se ingerirán más fármacos para enfrentar el Leviatán que con sus múltiples achaques diariamente llega con una desagradable sorpresa en cuanto a la salud y estar preparado para librar todos los días para esta batalla final que hay, que se debe afrontar como Dios manda, como el combate más digno que se puede dar en la vida y usar como divisa lo que dijo Montero en la entrevista: Sin pena ni miedo.

*Columnista

menrodster@gmail.com

 

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