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Columna

La egolatría

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Según el diccionario de la lengua española egolatría significa persona que siente veneración por sí misma. Proviene del griego, ego, “yo”, y latria, culto o admiración” y se caracteriza por una constante autoadmiración, culto o adoración a sí mismo y en algunos casos puede tener síntomas patológicos, cuando la autoadmiración se sale de lo normal.

La persona ególatra siempre quiere ser el centro de atención, ya sea en el entorno familiar, profesional o en el trabajo. Es caprichosa y hace cualquier cosa por obtener lo que quiere, por lo que esta persona generalmente tiene dificultades para mantener relaciones normales con otras dentro de la sociedad, viéndose a sí misma como superior, y a los demás como inferiores intelectualmente, inútiles o prescindibles, por lo que normalmente es rechazada por ser conflictiva y chocante. A veces la egolatría va de la mano con el poder, la política y el dinero, incrementándose con la adulación o “lambonería” de las personas que la rodean. A lo largo de la historia, ha habido personajes que han estado en el poder de un imperio o una nación y que han sido calificados como ególatras o narcisistas.

Los psicólogos lo analizan como un patrón generalizado de grandiosidad, en el que existe una necesidad de admiración y no hay empatía con el resto de las personas. Es, por lo tanto, de un problema que afecta a una persona en lo individual y también social, ya que las relaciones con otras personas vienen condicionadas por esta egolatría exagerada o narcisismo y suele mostrar actitudes de envidia, arrogancia y prepotencia.

Según Raquel Roca autora de varios libros sobre el tema, al ególatra lo caracteriza: 1. Las cosas o se realizan a su manera o no se realizan; 2. Siente que debe ser el centro de atención para validarse a sí mismo; 3. Descuida las necesidades de los que los rodean y piensa solamente en términos de lo que lo favorece; 4. Necesita recibir halagos constantemente; 5. Los ególatras están solos, sólo consiguen que los demás se alejen por agotamiento y desgaste emocional; 6. Creen que el éxito de los demás implica su fracaso; 7. Les gusta “debilitar” a los otros; 8. Suelen actuar como un “espejo”, intentando proyectar en los demás sus propias carencias (ego incluido). Agregándole que el ególatra siente que las personas que no están de acuerdo con él, están en contra y por lo tanto debe buscar la manera de eliminarlos o desprestigiarlos. El ególatra no siente esa enfermedad.

Un ejemplo común, sentido muchas veces por personas cuando laboran en equipo: al realizarse una determinada tarea grupal, una persona exagera sus propios logros y no valoriza las capacidades y cualidades de los demás que permitieron realizar dicho trabajo.En Colombia, sobran los ejemplos. 

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