Pese a su prevención contra los poetas, Platón en el dístico alcanzó la belleza. Esta que como la luz vino de oriente, se consagró hasta entre sumerios y babilonios, matemáticos notables.
Umberto Eco nos hipnotizó con su erudición y gracia en la historia de la belleza: ¿Qué es la belleza? ¿Cómo nació este concepto? ¿Cómo ha evolucionado?Da dolor el desdén que hoy se le dispensa. Como si ocuparse de la belleza fuese frívolo, cuando ella resplandece en las maravillas del cosmos, en las luces y esperanzas de una alborada, en ese acompañar la muerte del sol con fuegos que se extinguen, y nos lleva al éxtasis ante un mar sereno. La hermosura nos conmueve, así dejemos aparte un sinfín de cosas muy sugerentes que habrían llenado de gozo nuestro corazón.
En toda educación integral se debe propiciar la formación para aceptar la belleza. Es necesaria en el ambiente educativo una opción hacia la armonía, y la estética. No se puede pasar de largo ante la sugestiva llamada del arte, de la música, de la forma de expresión más bella.
Cultivar la belleza, avivar la sensibilidad artística, no es una simple manifestación de ostentación, menos aún podría ser sinónimo de elitismo. Es simplemente una condición del ser. Una manera de existir, de valorar la creación o de llenar la existencia. La belleza jamás será un valor en decadencia, aunque con frecuencia la ignoremos en nuestros afanes y tareas. “Hasta la belleza cansa”, dice la estupidez en un bolero.
La meta ideal sería que todos tendiéramos a recordar el dinamismo sugerente de la belleza en sus múltiples manifestaciones, y que desterráramos el mal gusto, la violencia, la opresión.
La belleza no es simple contemplación, sino un estilo, un talante humano que impregna el alma. Es una asignatura indispensable en un mundo donde parece que solo cuenta la ganancia máxima, el triunfo inmediato, el goce a toda costa.
La belleza no es únicamente la aceptada en esos santuarios del buen gusto: museos, galerías de arte y bibliotecas. Es un elemento que favorece la sensibilidad espiritual. Solo falta saber captarla, sentirla profundamente.
Además es parte del enorme bagaje de lo gratuito. ¿Quién puede poner precio a la brisa mañanera que alivia el bochorno veraniego? ¿Cuánto nos exigen por el gozo que pueden proporcionarnos unos versos bellos, una novela inquietante, o una pieza musical?
Hay que ir por la vida con todos los sentidos dispuestos para que nos digan que el mundo es bello, que la vida es bella, que el futuro es bello.
Concordar y recordar, tienen el alma como centro y la belleza como motivo. Apreciar la belleza no es simple cuestión de inteligencia, sino una actitud existencial.Y para ponernos trascendentales pensemos la belleza en la conducta, la solidaridad, la abnegación para servir a los demás.
En toda educación integral se debe propiciar la formación para aceptar la belleza. Es necesaria en el ambiente educativo una opción hacia la armonía, y la estética.
¿Cuánto nos exigen por el gozo que pueden proporcionarnos unos versos bellos, una novela inquietante, o una pieza musical?