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Columna

La última carta

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Bogotá, 27/4/2015: Doctor Juan Fernando Cristo, Ministro del Interior. Apreciado Ministro, reciba mi cordial saludo. A propósito de sus declaraciones de que no se celebrará el referendo en la misma fecha de las elecciones de octubre -decisión afortunada-, hago algunas consideraciones sobre el proceso de paz, con la esperanza de que se hagan rectificaciones necesarias que lo aprestigien ante el pueblo, pues mientras esta condición no se dé, referendo o consulta popular están llamados al fracaso y a una mayor polarización política.

Nunca fui partidario de reformar la Constitución para que el referendo o la consulta nacional se celebraran el mismo día de las elecciones ordinarias, en cuanto un propósito nacional como el de la paz entraba a ser parte de los intereses electorales de las fuerzas políticas que lo desnaturalizaban como expresión consciente del pueblo sobre su contenido y no como resultado de la sumatoria de votos ajenos a la paz propiamente dicha. 

Pensar que para obtener el porcentaje que requiere el referendo constitucional para ser aprobado en las urnas, se requería que otros intereses arrastraran un número de votos depositado con objetivos distintos, implicaba, tácitamente, confesar que el proceso de paz, por sí mismo, no generaba una determinante movilización del pueblo para aprobar lo que se acordaría en La Habana.

Tal razonamiento refuerza la visión que algunos dirigentes hemos tenido en los últimos treinta años: el marco que ha servido para iniciar los procesos de negociaciones de paz, sin consideración a la normatividad imperativa del Derecho Internacional Humanitario, no sería bien entendido por el pueblo, pues, negociar y permitir, al mismo tiempo, hechos de lesa humanidad o atroces de guerra, entrañaba el riesgo previsible de desprestigiar las negociaciones, en cuanto a su viabilidad moral y política. Es lo que ha ocurrido, apreciado Ministro.

Para “salvar la situación” –que tiene que ver con el desprestigio del proceso  de paz-, el Fiscal General de la Nación propuso un referendo para conceder facultades al Presidente de la República, pero esta propuesta lejos de provocar el consenso, aparentemente ahondaría la división entre los colombianos. Son iniciativas ingeniosas de escritorio, pero que no consultan la tradición democrática de nuestra nación.

En cambio, si lo que queremos es que no haya más víctimas mientras se negocia la paz, y me estoy dirigiendo a quien precisamente fue autor de la ley en defensa de sus intereses-, la única vía –si no se pacta el sometimiento al DIH-, sería la de llevar a consulta nacional popular la decisión presidencial del cese bilateral al fuego y a las hostilidades.

Sí, señor Ministro, eso pensamos. Es la última carta que podemos jugar. Con el cordial saludo de su amigo, Edmundo López Gómezedmundolopezg@hotmail.com

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