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Columna

El reto de ser la primera

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Escribo con gratitud como cartagenera y como educadora al “Capi” Borja (QEPD), porque su vocación de servicio, lealtad, disciplina y trabajo intenso, cimentaron las bases de una institución de educación superior de calidad como la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB), orgullo cartagenero, entre las mejores del país. Se lo debemos al Capi Borja, quien más años, 24 en total, permaneció al frente de la UTB, desde 1977 hasta 2001.

Al Capi le escuchamos muchas anécdotas de lo que pasó para salvar en los años 70 y 80 a la naciente institución, pero su coraje y capacidad de mando fue necesaria en esos momentos para imprimirle seriedad a la UTB, y ganarse la confianza de las familias de Cartagena y la región, que soñaban con un mejor futuro para sus hijos e hijas, gracias al acceso a la educación universitaria en la primera institución privada de educación superior de la ciudad.

Desafiando todas las lógicas parroquiales, fue el primero que soñó en sacar de un barrio de la ciudad el desarrollo físico de la UTB, y al estilo de las universidades norteamericanas (pero sin donantes) se fue a extramuros a soñar una “verdadera universidad”, con amplios espacios para aprender, investigar, innovar y recrearse. Se adelantó a su tiempo.

Firmó los primeros convenios con el Instituto Tecnológico de Monterrey de México para formar profesores y traer a Cartagena los primeros programas de maestrías a través de medios satelitales y, poco después, virtuales, instalando en la UTB la primera red de fibra óptica para conexión a internet de la ciudad. Gracias a ello se tiene hoy un maduro Sistema de Aprendizaje Virtual y amplios conocimientos. Su último gran desafío fue abrir la UTB a la alta calidad a través de la acreditación de programas, siendo el de Ingeniería Industrial el primero y luego vendrían los demás, porque la cultura del esfuerzo, la exigencia y la excelencia ya eran parte integral del ser de la UTB.

Tuve el honor de recibir su legado, tan grande, que me facilitó la tarea en la Rectoría, pues sentó bases firmes. La transformación de la vida de tantas personas es prueba de que todos los esfuerzos para impulsar el proyecto educativo de la UTB valieron la pena. 

El Capi lo sabía y la educación superior del país se lo reconoció en vida: hace un par de años, con la entonces Ministra de Educación, María Fernanda Campo, tuvimos el honor de entregarle en persona la más alta distinción del Ministerio a educador alguno, la Orden Simón Bolívar, gracias a su vida y obra.

Tener en Cartagena y el Caribe una universidad reconocida como la UTB es el principal aporte al desarrollo de una sociedad igualitaria y en paz. ¡Gracias Capi!

*Rectora UTB 2002-2012 - Viceministra de Educación Superior 2012-2014*Rotaremos este espacio para más opiniones.

pmartinezbarrios@gmail.com

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