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Columna

Ermitaños urbanos

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Enhorabuena las fuerzas vivas de Cartagena empiezan a despertarse de las más recientes pesadillas urbanas. Desde Asobocala y la JAC de Bocagrande, pasando por el Comité Intergremial y hasta las autoridades departamentales, han sentado posición sobre el destino de uno de los principales activos de la ciudad, el área que dejará la Base Naval y los predios donde se planea construir el polémico proyecto Inside Bay, al inicio del paseo peatonal de Bocagrande.

Los propietarios de estas dos áreas, amparados por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), pueden disponer del lote como lo desean hacer. Resulta, sin embargo, insensato, y atenta contra el desarrollo local, seguir densificando un barrio que no cuenta con la infraestructura de servicios, zonas verdes, espacio público y vías necesarias para soportar el hervidero en que se está convirtiendo.

¿Será que quienes promueven y habiten estos proyectos vivirán el día a día de la ciudad? ¿O simplemente desean hacer dinero a expensas del bienestar general de los cartageneros? Lamentablemente, a pesar de la oposición, la ciudadanía es poco escuchada y la institucionalidad local parece actuar –o deja de hacerlo- en pro de intereses ajenos. Que no sigamos corriendo con la misma suerte que con el túnel y puente de Crespo.

Otras ciudades colombianas son ejemplo de cómo dar mayor ponderación al interés general sobre el interés particular, declarando áreas de interés público con el fin de lograr un desarrollo sostenible. Bogotá lo logró al proteger la galopante urbanización de sus cerros y Medellín, con su cinturón verde, estableció una barrera natural que limita y da forma a la expansión horizontal sobre el Valle de Aburrá.

La construcción del edificio al inicio del paseo peatonal de Bocagrande y una mayor densificación de los predios de la Base Naval son testimonios de una visión ermitaña del desarrollo. Es seguir perpetuando un modelo de residentes que en esbeltas torres profesan vidas aisladas de la sociedad, donde, alejados del suelo, ignoran los compromisos de una ciudadanía local.

Pero esta es la manifestación por excelencia de la burbuja que hoy es la vivienda en Cartagena. Bajo el trillado sofisma de exclusividad, sofisticación y diseños minimalistas reproducidos en masa, se venden hacinados castillos en el aire que se erigen sobre la fangosa infraestructura vial y el precario equipamiento urbano.

Estamos a tiempo de evitar que estos predios se conviertan en una uña encarnada para la ciudad. Hay que seguir apropiándose de espacios ciudadanos y exigir a quienes elegimos en cargos públicos que hagan prevalecer nuestros intereses como colectividad.

*Profesor UTB

camposjorge86@gmail.com

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