1. Comparto la postura de este diario en su editorial del 2 de noviembre último, “Las Fuerzas Armadas”, en el sentido de que firmar un tratado con las Farc no traerá, ipso facto, la paz a la Nación. Y no deberían reducirse de tamaño, así porque sí, las FFAA. Me parece bastante sosegado ese juicio porque, después de la posible firma de los acuerdos, los colombianos requerimos protección ante la posibilidad de que milicianos que vivieron en los antivalores del conflicto colombiano terminen en las bacrim, o formando unas, pues no son pocas las opciones de dinero rápido en el narcotráfico, el tráfico de armas, la extorsión y la minería ilegal. Yo sumaría otra premisa básica, obvia para cualquier Estado. Un problema central en Colombia es la falta de control del territorio con el monopolio de las armas. No es posible que imperen la ley y el respeto a los derechos sin una autoridad que los garantice con coacción institucional. La consolidación histórica del estado moderno se da con el control armado del territorio, evitando el predominio de los violentos. Así ocurrió desde principios de la edad moderna, gozando de gran reputación entre los teóricos del Estado la idea de Jean Bodin, cuya tesis se impuso en la Francia de finales del siglo XVI e inicios del XVII, fracturada por una sanguinaria lucha religiosa. Este señaló que para prosperar era necesaria la soberanía, entendida en ese instante como un poder único que impusiera el orden, evitando la guerra entre los súbditos.
Así sería posible la paz y la realización humana. En el mundo las naciones que han florecido contaron con un ejercicio vigoroso de autoridad territorial, como lo enseña una robusta evidencia de países desarrollados donde no hay diques al imperio de la ley en el territorio. Desde que tengo uso de razón ha sido constante en Colombia el reclamo por la falta de autoridad. La paz requerirá un ejercicio pleno de ella, no siendo esto contrario a reducir el gasto en defensa por el lado de cómo se compran, proveen y fabrican las armas, pero no por reducir el pie de fuerza.
2. Con motivo de la reciente conmemoración de los 25 años de la caída del muro de Berlín y ahora que China, según el FMI, se trepará al #1 de la economía mundial, recuerdo el pragmatismo de Deng Xiaoping, quien dijo en 1977: “la clave para alcanzar la modernidad es el desarrollo de la ciencia y la tecnología… Las discusiones vacías no llevarán nuestro programa de modernización a ninguna parte; debemos tener el conocimiento y el personal necesarios… Ahora parece que China lleva 20 años de retraso con respecto a los países desarrollados en ciencia, tecnología y educación…” Resalto esto, por la inaplazable diversificación y desprimarización de nuestra economía nacional, al igual que la reducción de la dependencia del clúster petroquímico-plástico que tenemos que lograr en Cartagena. *Concejal de la Bancada Cambio Radical
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