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Columna

Escenario de un nuevo año

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Llegó diciembre, época para muchos de reflexión, amor, armonía y paz, de alumbrados navideños, vacaciones, nuevos planes y proyectos. 

Pero también es un momento propicio para hacer un alto en el camino, un balance de cómo vamos como sociedad. Por ejemplo, repasar distintas evaluaciones en asuntos tan variados como los resultados de las pruebas educativas Saber 11, donde Cartagena y Bolívar siguen mostrando pobres resultados; el Índice de Percepción de Corrupción, de Transparencia Internacional, que revela que ese costoso flagelo continúa siendo un problema alarmante; y estudios del Banco Mundial que señalan que América Latina tiene de un rezago considerable en innovación.

Ante estos resultados, podríamos pensar que el futuro de Cartagena, Colombia y América Latina es malo. Sin embargo, el periodista Andrés Oppenheimer, en su último libro, “Crear o morir”, nos muestra las oportunidades y retos que podemos enfrentar para prosperar. Oppenheimer propone crear una cultura de la innovación y de entusiasmo por la creatividad, y fomentar la educación para la innovación. Estamos en la era de la creatividad y, según el experto Gary Hamel, en su libro “Lo que importa ahora”, los valores morales, la innovación, la adaptabilidad y la pasión son indispensables para el éxito.

Hamel sostiene que las organizaciones están obligadas a fomentar el compromiso. Para ello deben reconocer que la iniciativa, la creatividad y la pasión, como objetos de la diferenciación competitiva, son dones y, por tanto, no se pueden imponer. Esto implica cuestionar el supuesto de que la organización va primero que los seres humanos. En vez, “la tarea más importante de un gerente es crear un ambiente laboral que inspire aportes excepcionales y que sea digno de una efusión de pasión, imaginación e iniciativa.”

Hace unos años el “trabajólico” (adicto al trabajo) era el modelo del ejecutivo ideal: siempre dispuesto a trabajar más que nadie, siempre presente y totalmente dedicado. La lealtad se definía en función de entregar casi la vida entera a la empresa. Pero eso cambió.

Hoy la satisfacción en el trabajo deja de ser un lujo y pasa a ser una precondición para el éxito profesional. La única manera de tener éxito es haciendo lo que nos gusta y para lo que tenemos aptitud natural, y teniendo actitud para enfrentar el mundo, conciencia para saber lo que hacemos, mentalidad para tener resultados y hábitos para realizar las acciones bien hechas.

Allí radica el éxito de individuos y sociedades enteras, un buen tema de reflexión en vísperas de este fin de año 2014, que ya llegó.*Profesor, Programa de Administración, UTBagomez@unitecnologica.edu.co

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