Mejorar la movilidad en Cartagena es tarea que le quedó grande a las autoridades. Poco efectivas han sido medidas recientes como continuar con el pico y placa de 12 horas. Entre 2012 y 2013, según Cartagena Cómo Vamos, la movilidad empeoró: el número de carros y motos aumentó en 17%, el sistema de transporte de buses es inseguro y, con su lentitud, es mejor moverse en bicicleta.
¿En qué falla la autoridad de tránsito? En no entender las motivaciones para que la gente prefiera el transporte particular y el informal al público.
El pésimo servicio colectivo, que se fundamenta en ceder la sostenibilidad operativa del sistema a conductores informales, y el obsoleto diseño de las rutas de buses llevan a que mototaxis y taxis colectivos compitan con buses, y afecten potencialmente la demanda de Transcaribe. Se requiere una reingeniería del sistema para que conecte distintos puntos de la ciudad.
Varios estudios han demostrado que en Cartagena, a mayores ingresos de la gente, menor demanda por el transporte público. Por lo tanto, el buen diseño del sistema de movilidad debe responder a las necesidades de la gente y debe desincentivar el transporte particular. No se trata únicamente de restringir la circulación; se trata de ofrecer un mejor transporte público.
Por eso, en una ciudad en expansión económica, medidas como el pico y placa de 12 horas generan el efecto contrario. No es casual que las ventas de automóviles entre enero y julio de 2014 ascendieran a 4.023 vehículos, 13,4% más que en el mismo periodo de 2013, meses en que empezó a operar el pico y placa de 12 horas.
A los cartageneros nos deben rendir cuentas de las razones que motivan estas medidas. Eso incluye estudios de tráfico, que no han sido revelados a la ciudadanía, y un plan de movilidad que lleva formulándose cerca de cinco años.
Nunca habrá suficientes vías, presupuesto ni espacio para solucionar problemas de movilidad si aumenta el transporte particular. Lejos de solucionar el problema, las improvisadas estrategias adoptadas alimentan el crecimiento del parque automotor. Por lo tanto, hay que entender que el poco espacio disponible no debe ser para los automóviles y se requieren intervenciones estructurales.
Más parqueaderos y más vías no son la solución a largo plazo. Al paso que vamos dejaremos de preguntar dónde jugarán los niños en el afán de convertir en estacionamientos y vías el poco espacio de disfrute de la gente. Así estamos: pensando más en los carros que en las personas, obviando soluciones más amables que las ofrecidas por obras como el túnel de Crespo, donde una vía y un puente, salidas a una movilidad indigesta, impiden gozar la playa.
*Profesor UTB
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