Soy, por circunstancias más que por elección, una “latina” en los EUA y he sido tasada por mi trasero. El objeto sexual por excelencia aquí son los senos. Edgardo Rodríguez Juliá atribuye este contraste a la obsesión puritana con la productividad. Los senos son “útiles” para la maternidad. El trasero, además de ser objeto de sexualidades “desviadas”, sólo sirve para desahogar suciedad. Pese a su “impureza”, la atracción por el trasero “de color” marcó siempre al deseo imperial. Los colonos ingleses la conjuraron con la segregación racial, y en los colonizadores “latinos”, este deseo se tradujo en violar a las mujeres negras y en la fascinación por las mulatas. Pero como todo lo reprimido se venga, ese caos ahora invade el Norte.
Mostrar el derrier de Sofía durante un discurso es, como reclamaron en Twitter y otros medios, una cosificación sexista y racista. Las latinas, afroamericanas, asiáticas y mediorientales, somos todas, en el imaginario racial gringo, “de color”. Como saben las mujeres negras caribeñas, se reduce tu humanidad a objeto sexual, que los hombres blancos, forzados a disimular su lascivia con sus mujeres, reafirman en sus fantasías y acciones con “las otras”.
La Vergara sorteó como mejor pudo la (des) gracia del momento. Sus gestos y su tamaño salario prueban su astucia en la ancestral negociación con sus cuerpos forzada por culturas sexistas. Pionera de la “latinización” es J Lo, quien triunfó en Hollywood a “culatazos”, llevando el chiste de presumir de su “valioso” trasero hasta comprarle un seguro. Lástima que le diera la espalda a la audiencia, que le pedía exhibir también inteligencia. Pero cómo atacar la mano que te alimenta y premia a cambio de hacerte la idiota. Sofía dijo que no había que tomárselo tan en serio.
Estas mujeres, embebidas en el individualismo “americano”, no entienden que el símbolo de sus traseros nos ensucia a todas. Quienes se lo toman “demasiado” en serio lo asocian con los estereotipos y con la importación creciente de mujeres hermosas, “calientes” y dóciles, promovida por sitios web que se aprovechan del modelo de Gloria parar convencer a hombres maduros y de escasos atributos de que solo necesitan ser blancos y no golpearlas para comprarlas. Otros relacionan a las latinas con el imperialismo sobre nuestras tierras, feminizadas e infantilizadas en un discurso que muestra a nuestras naciones, como a nuestras mujeres, ansiosas de buenos hombres que nos rescaten de los machos ignorantes y violentos que nos gobiernan.
Como costeña y colombiana, y más de una vez identificada con el modo de hablar y de “ser” de Sofía, espero de ella un mínimo de responsabilidad social. No pido feminismo sino que se tome a sí misma más en serio y le muestre al mundo que no es suya la estupidez de su personaje.
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