Aunque lo sabía, las dimensiones se quedan cortas. Viajé a Ciudad de Panamá y no hubo un lugar donde no solo encontré venezolanos, sino que muchos eran conocidos, amigos de otros amigos o personas con las que alguna vez había tenido contacto. Sorprende que las estadísticas estén tan superadas por la realidad.
Fue un viaje placentero, aunque con tintes agridulces. Retomé el contacto con viejas amistades, con mi amiga y hermana, que tenía años sin ver, con mis primos que tampoco había visto hace mucho tiempo. Recordamos y añoramos. Nos reímos y compartimos experiencias, ellos en Panamá y nosotros en Colombia.
Aparte de algunos procesos distintos, visas, políticas migratorias, etc., la experiencia es a grandes rasgos similar. Arrancar de cero, acostumbrarse, hacer nuevos amigos, buscar trabajo, perderse en una ciudad nueva, son algunas de las coincidencias, pero la más notable: no estar con la familia en Venezuela en eventos importantes, los buenos y los malos.
La mamá de Anni falleció hace poco, era una señora querida, que nos atendía y nos vigilaba las tareas cuando juntas estudiamos en el colegio y compartía responsabilidades con mi mamá, éramos muy pocos en un colegio pequeñito. Con Anni y su mamá viajé por primera vez sin mis padres y ellas viajaron con mi mamá y conmigo, algún tiempo después, en un crucero inolvidable. Pero Doñana se nos fue, y mi querida amiga no consiguió vuelo para ir al funeral de su mamá, ni al de su primo, quien también falleció de semanas después, de repente. Ni para una emergencia había un pasaje a Venezuela.
Pero no todas son tristezas, han nacido primitos hermosos, esperados, alegrías en nuestra familia. Ni Adriana desde Panamá, ni yo desde Colombia hemos conseguido pasajes aéreos. No los conocemos, no hemos podido compartir la dicha con sus padres. Yo planeo ir por tierra, porque desde Barranquilla no es “tan difícil”, aunque la frontera está un poco tensa, con los cierres y el contrabando, pero pienso en mis amigos y mi familia que no tienen la “facilidad” de hacerlo como yo.
Hablamos de eso, de cómo se cierran todas las puertas de un país que siempre se caracterizó por lo contrario, por su apertura, porque todos aquellos que partían a estudiar al exterior rechazaban trabajos fuera del país, porque al regresar, su propia tierra les ofrecía seguridad y trabajo, porque los que están afuera no tienen cómo entrar y los que están adentro no tienen cómo salir. Es un país que tiene que buscar caminos y trochas para conectarse con el mundo, un país que recibía inmigrantes a borbotones y ahora despide emigrantes por miles.
PILÍN LEÓN
@PilinLeon