Hace poco más de 15 años, cuando la extinta CNTV reguló la prestación del servicio de TV por suscripción, se les obligó a los nuevos agentes difundir las señales de los canales de la TV abierta que incluía entre otros, a Caracol y RCN. La obligatoriedad surgió porque “estaba en peligro nuestra identidad cultural” y no había estímulo para que el operador de cable lo hiciera: no era un gancho de venta, pues los hogares ya recibían estos canales directamente por el aire, y debían asumir unos costos.
Mientras que los privados lograban beneficios: 1) la TV abierta es gratis, se financia con la pauta publicitaria, y su objetivo es llegar a más hogares, de manera que si otros asumían esa responsabilidad, ya era ganancia; y 2) los costos de difusión por la atmósfera son altos, adquisición de equipos, su operación y mantenimiento.
Así la TV abierta, sin invertir un peso, pudo llegar a nuevos televidentes con una mejor calidad de señal, aumentar el rating y también los precios de la pauta publicitaria. La norma protegió lo nacional, contundente.
Lo nuevo es que los canales privados, avalados por la SIC, ahora le quieren cobrar a los operadores de cable, con el argumento de que si estos tienen la obligación legal de difundir la señal abierta, ellos disponen de la discrecionalidad de impedírselo. Y se apoyan en estudios –tienen que ser chimbos por lo que muestran- que les indican que la gente contrata los servicios de cable no por los canales internacionales, sino para mejorar la recepción de los canales abiertos; por lo tanto si les prohíben su difusión gratuita, los cable operadores van a quebrar, y para evitarlo pagarán lo que les pidan.
Qué razonamiento más absurdo; les servirá para engañar a algún burócrata sin vello púbico aún, pero con poder. Si la señal es abierta, es gratis independiente de la tecnología usada (así debe estar escrito en la concesión). Si quieren cambiar la esencia del negocio, vender contenido en lugar de vender publicidad, tendrán que obtener el permiso, codificar su señal, y pagarles –ahí si- a los operadores de cable su difusión, o construir una costosa infraestructura, cosa que no querrán hacer. ¿Qué cambió para que aquella contundente racionalidad económica desapareciera?
Los privados no pudieron sostener más la mentira de que la cobertura del cable era muy baja, ya que al permitírseles colocar comerciales, la pauta publicitaria –que hace sus propios estudios- migró hacia allá desmintiéndolos. Y para poder competir en este nuevo mercado abierto, les ha tocado bajar los precios y perder ingresos; que ahora pretenden recuperar cobrándoles a los del cable la difusión.
Me temo que si los canales privados ganan la pelea, los televidentes buscarán canales sustitutos en el cable, que los hay, y se acabarán lo privados. O llenaremos nuevamente los edificios y las ciudades de antenas.
*Ingeniero Electrónico, MBAmovilyances@gmail.com