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Columna

Ron, vino o vinagre

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Según los diccionarios, el vinagre es un líquido agrio y astringente que se produce a partir de la fermentación del vino, compuesto principalmente de ácido acético y agua. Tanto de manera artesanal como industrial, el vinagre puede producirse por medio de la fermentación (oxidación) de extractos de diversos productos naturales como el maíz, la cebada, la caña de azúcar, y de frutas como banano, piña, mango y otras.
Años atrás en las tiendas de los barrios acostumbraban tener una damajuana de cerámica para echar en ella las frutas muy maduras (banano, mango, piña) con el fin de que se fueran fermentando y terminaran en vinagre. En un artículo que escribí hace un tiempo, explicaba que los campesinos llegaban a la zona del mercado con sus productos: maíz, yuca, ñame, ají, tomate, berenjena, calabaza, pepino, animales vivos, conejo ahumado y frutas de estación. Colocados los productos entre los especuladores, iban a satisfacer los encargos de la mujer (hilos, agujas, telas, condimentos, cuadernos y lápices), y de paso, se echaban uno que otro trago en el Portal de los Borrachos.
Jacinto había entregado sus productos a los acaparadores y, provisto de algunos billetes, se dirigió al Estanquillo No. 44, contiguo a la Farmacia de los Pobres, en el Portal de los Borrachos. Pidió a Esteban, el cantinero, que le sirviera “medio cuarto” de un ron que le raspara el galillo. Esteban escanció en una vaso de “Herradura” una generosa cantidad de Ron Piñeres que Jacinto bebió sin inmutarse y comentó: “está muy suave”. Pasado un rato Esteban le sirvió medio cuarto de Ron Cristóbal que Jacinto se bebió sin arrugar la cara e insistió en que quería algo más fuerte.  Seguidamente el cantinero se dispuso servirle un trago grande de “Bolívar parao”, el ron blanco de la Industria Licorera. Pero acontecía que Aminta, la esposa de Esteban, acostumbraba vender vinagre a los parroquianos que ella preparaba mezclando ácido acético (fumante) con una cantidad preestablecida de agua. Ella había colocado el ácido en una botella vacía de “Bolívar Parao”. Esteban, por error, sirvió a Jacinto “medio cuarto” de ácido acético. Jacinto lo bebió de un tirón y exclamó: “Este sí me ha dado donde es”. Al cabo de unos minutos se fue.
Cuando Esteban se dio cuenta de lo ocurrido reclamó a Aminta por su descuido y preocupado comentó: “A este pobre hombre se le van a perforar las tripas”.
A las dos semanas reapareció Jacinto.  Apenas puso el pie en el estanquillo dijo: “Compa, sírvame un trago del mismo roncito del otro día”. Con mucha pena Esteban le narró lo de su error. Jacinto se quedó pensativo un instante y dijo: “De manera que lo que yo me bebí hace 15 días fue ácido acético puro. ¡Carajo!, ahora comprendo por qué cada vez que me ventoseo chamusco los calzoncillos”.

*Asesor Portuario

kmolina@sprc.com.co

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