Hoy es pentecostés, día de plenitud, porque el Espíritu de Dios desciende sobre la Iglesia. El mismo Espíritu que nos recuerda que la verdadera paz siempre está en Dios. Qué bueno que el viento cálido de Pentecostés no se convierta en aire acondicionado en la Habana. Que la presencia del Espíritu, con el don del discernimiento, haga resplandecer acuerdos alrededor de la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor. Que no se acuerde lo cómodo, desde el cálculo político y los intereses, sino lo esencial como condición necesaria, más no suficiente, para el logro de una paz verdadera. Pidamos para que esa Agenda venga untada de Dios y santificada por la fuerza de lo alto.Les comparto al profeta Jeremías, profeta de Dios, en tiempos difíciles: “Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: Por la terrible desgracia de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; Entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; Tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. Se espera la paz y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. No nos rechaces, Oh Dios, por tu nombre, recuerda y no rompas tu alianza con nosotros”. Jeremías 14,17-18El texto refleja un pueblo destruido, desplazado y condenado al exilio. Detrás de las causas sociales, políticas y económicas, está la causa de las causas: habernos olvidado de Dios. No nos tomamos en serio lo que somos delante de Él y de nuestros hermanos. Olvidando a Dios nos quedan sólo nuestras limitadas fuerzas, pretendiendo con ellas construir la paz. Así es como se da el regreso a Babel donde se quiso construir un proyecto interesante sin contar con Dios. Terminarondivididos.El esfuerzo por la paz, la vida y la reconciliación se construye a la manera de Dios. Si no es así miren lo que nos va a pasar: Habremos olvidado para qué hemos sido creados (para Dios), Habremos perdido el sentido de la convivencia humana (somos hermanos),Habremos perdido el respeto por el otro (despreciamos la vida), habremos construido un clima de miedo (reina la desconfianza).Qué bueno fortalecer la esperanza haciendo nuestras las palabras de Isaías:“Sucederá en días futuros que el monte de la casa de Dios será asentado en la cima de los montes. Y se alzará por encima de las colinas. Vendrán a él pueblos numerosos. Dirán: “Vengan, vamos a la casa de Dios (...) para que Él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Pues de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la Palabra de Dios. Juzgará entre las gentes, Será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas harán podaderas. No levantará la espada una nación contra otra, ni se ejercitarán para la guerra. Casa de Jacob, andando, caminemos a la luz de Señor”.