El pasado 30 de marzo, la alcaldía mayor, mediante decreto distrital No 0285 dio la estocada de muerte y cristiana sepultura a la Educación Nocturna en el Distrito, al ordenar el cierre de 22 establecimientos educativos que la impartían (el cierre educativo más grande en la historia de Cartagena), con el argumento de "reestructurar la oferta del Servicio Educativo para la población adulta de Cartagena". En detalle, se cerraron 8 en la Localidad Histórica, 5 en la De la Virgen, 7 en la Industrial y de la Bahía, y 2 en Pasacaballos.
Ante una decisión de tal magnitud, y del clamor público en los medios, el Concejo Distrital exploró en ejercicio del control político, el real trasfondo de la medida, y para bien o para mal, es la ausencia de población estudiantil suficiente la verdadera determinante de estos cierres, pues según cifras arrojadas por el SIMAT, de 9.809 matriculados en la nocturna en 2012, pasamos a tan solo 7.007 matriculados en 2013, lo que significa una baja de 2.802 estudiantes menos, más de un 28% de la población estudiantil nocturna, la cual ya viene estadísticamente en descenso cada año.
Esto, por supuesto, generó una consolidación y reubicación entre instituciones sobrevivientes de los estudiantes que permanecen, y de los docentes que la imparten. Muchas críticas generó el hecho, pero hoy a más de un mes del sepelio, aún no aparecen los estudiantes que se hayan quedado sin cupo, y se afirma por la Secretaría de Educación que no se ha afectado la cobertura educativa, "pues existen los cupos". Los que no existen son los que quieran ocuparlos. ¿Será entonces que la oferta educativa privada diurna y de validación de bachillerato de 6 años en 1 ha seducido a ese 28% de la población estudiantil pública nocturna que abandonó este año? Incluso en la corporación, no pudimos conocer de ningún caso específico de alguien en especial que se haya quedado sin cupo nocturno.
¿Debemos atenernos a la realidad y aceptar que el Bachillerato nocturno ya no es la opción interesante para el adulto trabajador, sino el asistir un sábado cada 15 días durante 3 horas a una entidad de validación privada y graduarse en un año como bachiller? No hace falta ser adivino para saber que para un estudiante mayor le es más productivo y económico validar su bachillerato en uno o dos años, asistiendo por una sola vez cada sábado o cada quince días a un ente privado, que cursar el ciclo de seis años de bachillerato tradicional nocturno en una Institución distrital, sobre todo cuando el perfil de este estudiantado generalmente ya viene cargado con obligaciones de manutención de familia.
Cabe preguntarse, ¿brindarán estos centros estándares de calidad educativa aceptables? ¿Está la Secretaría de Educación Distrital ejerciendo los controles adecuados a estos institutos, para garantizar sus bondades al público? Esperemos que sí.
*Concejal Partido Verde
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