Es increíble. Un Jefe de Estado decide recortar la independencia de su Banco Central y cambia a un gerente demasiado ortodoxo y poco agresivo en política monetaria para acelerar el crecimiento; un Congreso que elige como sucesor a un economista considerado como una “paloma” en materias monetarias. Una nueva política del Banco Central para subir (sí ¡subir!) la inflación, duplicando el circulante en la economía.
No es ciencia ficción, aunque quizá asustar a algunos en el Banrepública; tampoco es en un país subdesarrollado con gobierno populista, ni son promesas de campaña chavista en Venezuela. Los cambios en ese Banco Central fueron en marzo pasado, en uno de los países más ortodoxos: el Japón.
En diciembre de 2012 asume el Primer Ministro de Japón, Shinzo Abe, del conservador PLD. Anuncia una nueva política económica para salir de una década de estancamiento y caída de precios. En solo tres meses, sale el gerente del Banco de Japón (BOJ), M Shirakawa y postula en reemplazo al presidente del Banco Asiático de Desarrollo (el BID del Asia), H. Kuroda, crítico del BOJ y con la reputación de demasiado liberal en política monetaria.
El parlamento japonés lo confirma y el primer anuncio del nuevo gerente es que hará “lo que sea necesario” para aumentar la inflación y combatir la revaluación del yen, que acababa con las exportaciones. Hará una expansión monetaria agresiva, 75.000 millones de dólares es el tope, comprando activos financieros y no solo bonos del gobierno.
El primer gran beneficio es la devaluación del yen. En la última década el dólar bajó de 110 a 76 yenes (una revaluación del 45%, menor que la colombiana, del 65%), pero con la expectativas empezó a subir desde finales del año pasado, superando los 90 yenes en marzo, y acercándose a los 100 yenes después de llegar el nuevo gerente del BOJ. ¡Devaluó 30% en solo 5 meses!
La devaluación del yen creó un círculo virtuoso en la economía japonesa: la reactivación del sector exportador incrementa sus ganancias y le permite aumentar la inversión, impulsando al resto del aparato productivo. Las mejores expectativas de los inversionistas dispararon los precios en la bolsa, subiendo el índice Nikkei de 8.900 a casi 13.000, aumentando la riqueza de las personas y el consumo. Esto, complementado con un aumento de USD 60.000 millones en la inversión pública, es una receta exitosa para la recuperación.
Como le decía Keynes al gobierno inglés en 1931, en medio de la Gran Depresión, “la devaluación debe ser tomada por todo el país no como un desastre sino con un extraordinario sentimiento de alivio y esperanza.”
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COLETILLA: Cualquier diferencia con la política colombiana no es una coincidencia sino una tragedia causada por la resignación y complacencia de las autoridades económicas con la revaluación.