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Columna

Obediencia por Amor

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Las lecturas de hoy nos llaman como creyentes, a aprender a obedecer a Jesús por Amor a Dios, aceptando la autoridad de Pedro, o su sucesor, cabeza visible de Su Iglesia, quien a su vez debe demostrar con su vida el gran amor en su corazón, por el Buen Pastor y por sus ovejas.
Cristo nos indicó con su propia vida el camino y fue tan obediente, que, aunque era Dios y podía renunciar a la cruz, bebió ese difícil cáliz porque sabía con certeza que el amor, el perdón y la misericordia, reconciliarían al ser humano consigo mismo, los demás y con su Creador.
Sus discípulos comprendieron que esa obediencia impulsaría la fe y es gracias a los obedientes que, a pesar de tantas dificultades, persecuciones, engaño del mal, siga nuestra fe victoriosa, con discípulos y misioneros obedientes por amor, aun a riesgo de su vida. Todas las empresas victoriosas en las que prevalece el bien sobre el mal, se basan en obedecer a Dios por amor.
En la primera lectura, los apóstoles le contestan al Sumo Sacerdote frente a la prohibición de predicar y sanar en el nombre de Jesús: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres…;, Él da el Espíritu Santo a quienes le obedecen»*.
En el libro del Apocalipsis nos relata San Juan una visión, en la que todo ser viviente reconoce: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.»*
En el evangelio, Jesús se aparece nuevamente a los discípulos después de resucitado y les pregunta si han pescado algo, a lo que ellos contestan que no. «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»* Recogen infinidad de peces, luego de obedecerle.
Cuando comparten con Él, Jesús le pregunta tres veces a Simón Pedro si lo ama, a lo que él responde afirmando: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero»*. Jesús efectivamente que lo sabe todo, sabía que Pedro necesitaba curar las heridas en su alma por haberlo negado tres veces, para tener luego más valentía frente a los desafíos que implicaba liderar a los demás apóstoles y a su Iglesia. Sólo con un amor muy grande se podría llevar esa misión adelante.
El creyente debe tener la certeza de que Jesús le conoce hasta el lugar más recóndito del alma y que su perdón inflama nuestra alma de más amor, de ahí la importancia de arrepentirse, confesar los pecados y cambiar la conducta, y mostrar verdadera obediencia amorosa a Dios.
Que en cada una de las facetas de nuestra vida podamos expresar nuestro seguimiento a Jesús, con certeza y gratitud porque tenemos un Dios que nos comprende, nos ama y nos busca, para que vivamos la obediencia por Amor y disfrutemos la felicidad de su resurrección y de la nuestra.
*Hch 5, 27b-32. 40b-41; Ap 5, 11-14; Jn 21, 1-19

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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