A Rolando lo asesinaron y no pudimos hacer nada por evitarlo. Ninguno de nosotros pudo protegerlo ni cuidarlo de la bestia que le arrancó la vida. Por mucho tiempo nos preguntamos qué nos faltó por hacer, qué pudimos haber hecho, y todos nuestros cuestionamientos nos conducían a un oscuro callejón.
Tampoco hemos logrado hacer nada para que el asesino sea judicializado como debe ser, para que el cobarde sea condenado por la justicia.
Seguramente el tipo se pasea por las calles del Centro, se sienta en una banca en el parque de los estudiantes, camina por los pasillos de la universidad y, quizá, podríamos verlo bromear con otros tontos inocentes que no saben que sus manos siguen marcadas por la sangre de aquel momento en el que, con un martillo de construcción, le destrozó el cráneo al profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Rolando Pérez.
La impunidad se posó en nuestros hombros para hacer más difícil este duelo. La diligencia de levantamiento dejó material que pudo ser concluyente en la investigación. Al parecer, la fiscal aceleró su paso cuando supo que Rolando era gay.
Muchos de los que leerán esta columna estarán pensando que es una desgracia, pero justificarán el trágico destino de Rolando como lo hizo el Comandante de Policía de aquel momento, el Coronel Mena Bravo. Sus declaraciones a la prensa explicaban con poca seriedad el crimen, asumiendo que por ser gay la víctima tenía una vida desordenada, como si su condición lo hiciera merecedor de aquella barbarie.
Los que tengan el infortunio de pensar como pensaba aquel oficial, descuidarán que la impunidad deja a un desalmado libre, merodeándose por los mismos lugares que todos nos movemos, con la crueldad de aquel que ya ha probado la sangre.
El asesino de Rolando parece que reptara. Se desliza como una sabandija entre la gente inocente. Significa un riesgo latente para cualquier ser humano, sin importar su orientación sexual.
Desde aquel trágico 23 de febrero muchos han sido asesinados. Cada año el Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo ha escogido el aniversario de la muerte de Rolando para entregar el informe sobre violación de derechos a personas diversas sexualmente. Se trata de una estrategia de análisis y denuncia que intenta poner en evidencia la violencia sistemática, la impunidad y el estado de indefensión de la población LGTB.
Desde el asesinato de Rolando, 23 de febrero de 2007, hasta diciembre de 2012, se reportan 75 muertes violentas de personas diversas sexualmente cometidas presuntamente en escenarios de prejuicios directos o indirectos. Así mismo, 46 agresiones policiales en el espacio público, 32 agresiones físicas por parte de actores armados al margen de la ley, y 11 panfletos con amenazas directas a población LGTB.
El informe será presentado hoy a las 4 pm en el Centro de Formación de la Cooperación Española. La entrada es libre. Es un homenaje a la memoria de Rolando Pérez, seis años después de su asesinato, aún en la impunidad.
*Psicóloga, activista, defensora de derechos humanos
claudiaayola@hotmail.com
@ayolaclaudia