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Columna

A la ligera y sin control

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El martes el país conoció la pifia en que incurrió el dirigente deportivo que acusó de prostitutas a los futbolistas. De esa opinión se colige que se trata de un individuo que desprecia la libertad, procede a la ligera, vitupera sin restringirse y considera a los jugadores como mercaderías cuyo destino depende del capricho de los dirigentes de los equipos, quienes determinan cuánto devenga y dónde juega cada integrante de su onceno, con independencia de que tenga habilidades para desajustar las defensas, pericia para neutralizar avances o reacción para atajar disparos que se dirigen a la portería.Aunque ya conocíamos de la agresividad de Fernando Salazar (el año anterior retó al técnico de otro equipo), lo de ahora confirma que persiste en usar la fuerza y la difamación para imponer sus opiniones o descalificar a los que no le complacen o le contradicen, así hubiere aclarado que empleó el término por fuera de una reunión y para referirse sólo a los jugadores que deshonran el acuerdo de permanecer en un plantel, como parece ocurre con Jhonny Ramírez, quien no resistió el ofrecimiento que le hizo Millonarios y resolvió desconocer el contrato que lo ata con Chicó.
Nadie pone en duda la justeza de una protesta cuando dimana del incumplimiento de un pacto, ni desconoce el reproche que merece la intervención de terceros en pro de deshacer un acuerdo, sobre todo cuando ellos deben acatar la prohibición de no vincular a sus planteles a los jugadores mientras tienen relaciones vigentes con otros clubes. Tampoco se le ocurriría a alguno confrontar a quien se queja luego de ser grabado a escondidas, aunque ese dicho no sirva como prueba para incriminar ante una autoridad, por tratarse de una violación a la intimidad.
Pero tener razón en los reclamos no habilita para zaherir la honra de los demás, ni propiciar una oposición al derecho de asociación, por muy en privado que se emitan las ofensas o se fragüen las conjuras. Tal vez se arraigó entre nosotros no sólo la idea de que la descortesía y la patanería son métodos válidos para ascender en la escala social y mostrar inconformidad, sino que difamar no ocasiona responsabilidades, como tampoco infringir la legislación, ni siquiera cuando con la conducta se procura entorpecer el ejercicio de un derecho de estirpe constitucional.
Conviene hacer un alto para replantear las acciones y las reacciones. No se puede andar a la ligera y sin control. Erradicar la desconfianza y la agresividad que hoy impera en las relaciones de quienes manejan el futbol, es una prioridad, como también lo es promover el respeto por las reglas que se establecieron para la contratación de jugadores. Igualmente se debe, además de bajar el tono con que se opina o se reclama, seleccionar los términos que se emplean para ello. La deslealtad y el vituperio envilecen el deporte, tanto como el dopaje.  
 
Nota aparte: la falsa fotografía de Hugo Chávez conectado a un respirador artificial, que publicaron diversos medios, en vez de despejar las dudas sobre su estado de su salud, lo que provoca es su acrecentamiento. Mientras se despejan las incógnitas, a Venezuela lo gobierna un ausente que ni agoniza, ni mejora, a pesar de los cuidados que le dispensan sus mentores y la jarana que protagonizan sus acólitos.

     

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