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Columna

Gracia y Verdad

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Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: “Consejero admirable”, “Dios poderoso”, “Padre sempiterno”, “Príncipe de la paz”*.
Es Navidad, celebramos con gratitud que Dios está en medio de nosotros, que realzó nuestra gran dignidad como personas, compartiendo con nosotros nuestra humanidad.  Vino a hacerse nuestro hermano para hacernos hijos de Dios. Somos amados con amor infinito. Estamos invitados a participar con Dios de la plenitud de la existencia en el bien, en la verdad y en el amor.
Nuestro corazón reboza de gratitud. En Navidad comprendemos que podemos edificar realidades diferentes, un mundo más justo, más humano, en el que reconocemos a cada persona como hermano e hijo de Dios. Con el corazón lleno de fe, esperanza y mucho amor, podemos trabajar con más ahínco en la búsqueda de una vida llena de sentido, de motivación, de optimismo, de alegría y de entusiasmo, buscando la plena realización de nuestra misión en este mundo para la eternidad, con Dios en el centro y todos como hermanos apoyándonos con amor.
San Juan el Bautista nos preparó, como hoy continúa preparándonos nuestra Iglesia. Invitándonos a la conversión, a compartir, a vivir la rectitud, a cumplir los mandamientos de Dios, a crecer en las virtudes humanas y sobrenaturales, a buscar la felicidad en comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Jesús nos guía haciéndose camino, verdad y vida. Su Palabra, creadora de todo lo que existe, se encarnó para que pudiéramos compartir con Él la dicha que nos había robado el pecado, para que pudiéramos alejarnos de los excesos, vicios, lujuria, soberbia, envidia, orgullo, egoísmo, violencia, desenfreno, preocupaciones y vivamos con gratitud y alegría, buscando nuestro máximo desarrollo en armonía, solidaridad y amor con los demás.  “La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre…;A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre*”.
Jesús nos trajo la gracia y la verdad para sanar el corazón, discernir entre bien y mal,  actuar correctamente y aportar en la construcción de un mundo justo y podamos, aun en medio de dificultades y problemas, promover el desarrollo y la felicidad para todos.   “Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”*
Celebremos la Navidad alrededor del pesebre, junto a María y a José, adorando a Dios hecho niño, pidiéndole que haga nuestra alma digna, que a través de la confesión la pongamos en gracia de Dios, para que pueda  albergarse también en ella, en nuestra familia, en nuestro lugar de trabajo y en nuestra comunidad para que seamos más felices, solidarios, generosos y construyamos realidades que nos hagan mejores personas y nos conduzcan a la plenitud personal, familiar, laboral y social.
Que la gracia y la verdad que Jesús vino a compartir con nosotros nos lleve a superarnos cada día, trabajando por irradiar la justicia, la paz y el amor y algún día podamos conquistar la santidad y la plenitud de la existencia con Dios en el cielo.
*Isaías 9, 1-6; Jn 1, 1-18

*Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial.

judithdepaniza@yahoo.com

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