Desde el miércoles pasado tiene lugar en Cartagena, a puerta cerrada y a manteles, el XIII Foro Iberoamérica. Reúne a más de 80 empresarios, entre otros al hombre más rico del mundo y a los empresarios más prósperos de América Latina y Colombia. Los acompañan ex jefes de gobierno y de Estado y algunos intelectuales, escritores o periodistas amigos del escritor Carlos Fuentes (1929-2012), uno de los impulsores de estas reuniones.
No sé si salieron del centro histórico. Deberían hacerlo. Una de las paradojas del foro de empresarios muy ricos es que se realiza en una ciudad con un alto porcentaje de pobreza y un humillante nicho de miseria, todo esto agravado por un modelo pre-moderno, clientelista y corrupto de gestión pública.
Yo no sé si alguien les ha informado de lo que sucede en la política y los gobiernos de Cartagena. Podrían averiguarlo, por curiosidad: para saber en qué ciudad se reúnen, dónde discuten sobre el futuro de la región y cómo podrían responder al desafío de redistribuir riqueza hacia abajo y acortar la brecha que nos convierte en una de las regiones más desiguales del mundo.
Los “cacaos” de Iberoamérica tienen sus reuniones en una ciudad hermosa, pero resulta que, al suroccidente y suroriente, entrometida incluso en islas de prosperidad, como en la zona norte, esa ciudad limita con otras ciudades. Si la primera es motivo de orgullo, las otras son motivo de vergüenza.
Ayer, mientras trataba de circular por calles del centro histórico, cerradas para permitir el paso y la seguridad del lugar donde cenarían los “cacaos” y sus acompañantes, pensé que no sería mala idea proponerles que, a partir de ahora, decidieran crear un Fondo para la Recuperación Social de Cartagena de Indias, la ciudad que los acoge cada cierto tiempo.
No es una propuesta populista ni asistencialista. No busca el efecto aspirina de Familias en Acción (que ahora se llama “Más Familias en Acción”), ese calmante momentáneo a un dolor de cabeza que se vuelve a menudo isquemia cerebral. El Fondo que creen los “cacaos” que adoptaron a Cartagena de Indias como escenario para sus reuniones, debería tener el rigor de una ambiciosa inversión social.
Los ricos del mundo deberían recordar que, si la pobreza crece al ritmo que crece en nuestras sociedades, la protección de la riqueza saldrá cada vez más cara, se gastará más en seguridad, el resentimiento social será mayor y la línea que separa informalidad de actividades delictivas será mañana más difusa.
Pensaba en un fondo para vivienda de interés prioritario, por ejemplo; en un fondo para la creación de infraestructuras de servicios y espacios públicos dignos alrededor de esas viviendas. Un fondo que, blindado de la politiquería, garantizara alimentación sostenida a niños en edad escolar y educación de calidad a jóvenes emprendedores de estratos bajos.
Se me ocurría que en las próximas reuniones de “cacaos” en Cartagena podría ser menor el malestar moral de ser muy rico y estar hablando de riqueza en una ciudad rodeada de pobres por todas partes, pobres que, por otra parte, consumen, así sea irregularmente, los productos que incrementan la riqueza de los muy ricos. Pensaba, solamente.
*Escritor
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