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Columna

El arte de vivir la felicidad

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Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios para nuestra misión, disfrutar de esta vida y conquistar el derecho a la vida eterna.
El amor es la clave para conseguir la felicidad aquí y después de la muerte. El enunciado no puede ser más sencillo: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El amor a Dios se vive cumpliendo su voluntad, contenida en sus leyes eternas y especialmente en sus diez mandamientos.
El amor al prójimo, a los que están cercanos a nosotros, padres, hermanos, primos, tíos, cónyuge, hijos y sus descendientes, socios, superiores y subordinados, amigos y compañeros de trabajo y a los más necesitados, se logra viendo en ellos a las criaturas de Dios, nuestros hermanos, de cuyo bienestar somos en parte responsables, en quienes podemos hacer efectivo el mandato divino. El amor a nosotros mismos brota cuando nos esforzamos por conocernos a fondo y practicamos las leyes para vivir con excelencia.
El anhelo de la felicidad es esencial en todo ser humano. A mi juicio se compone de buena salud, prosperidad y paz interior. Y la buena salud abarca la física, mental, espiritual y socio emocional.
Mis observaciones de toda una vida, empezando por la mía y la de  de los compañeros de generación y el estudio de las biografías de muchas de las personas de grandes éxitos en diferentes campos y mucha fama en sus países y fuera de ellos, me llevaron a considerar que el éxito se le facilita a las personas que perfeccionan su talento predominante y lo convierten en su manera de ganarse la vida. Cuando esto sucede el trabajo se realiza con facilidad y se convierte en pasión y en un pasatiempo que se repite gozosamente hasta lograr un alto grado de perfección y lo hace una estrella, un líder, un fuera de serie en su respectiva actividad, lo que generalmente va acompañado de buen nombre y a veces de abundante riqueza.
Pero ojo, esto no siempre conduce a la felicidad. Si la persona no desarrolla su inteligencia emocional el éxito y la fama lo pueden trastornar y conducirlo a la soberbia, al alcohol, a la droga y a aberraciones que convierten la riqueza y la fama en medios de perdición: múltiples y dramáticos divorcios, escándalos, cárcel o suicidios. Lo comprobamos a diario en los medios de información que se ocupan de la vida y muerte de estas celebridades.
Desarrollar nuestra inteligencia emocional, lograr nuestra serenidad y aplomo, contribuye a buenas relaciones con los demás, elimina la soberbia, la ira y nos facilita el buen vivir. Talento sobresaliente más serenidad, igual a sana prosperidad.
Pero quienes buscan la excelencia les faltan dos cosas más: perfeccionar sus facultades mentales y formar su carácter. Para lo primero existen métodos efectivos; para la robustez del carácter se requiere practicar a diario las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
Quien convierte en hábitos de vida el ejercicio de estas cuatro virtudes, hace de su existencia un paraíso terrenal, todo lo cual conduce a una existencia sana, próspera y feliz y le abre las puertas a su otra vida, donde disfrutará de completa y eterna felicidad.

info@geniales.com.co

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