En la primera semana de abril varios representantes de instituciones que apoyan el emprendimiento en América Latina participamos en el segundo curso sobre Ecosistemas de Emprendimiento en la región, organizado en Buenos Aires por el Programa de Desarrollo Emprendedor (PRODEM) de la Universidad General Sarmiento, de Argentina.
Emprendimiento viene del vocablo emprendedor, que tiene origen francés (entrepreneur). Se refiere a la acción de quien asume riesgos, persigue beneficios y trabaja individualmente o en equipo, innova, e identifica y crea oportunidades de empresa. Ha adquirido en los últimos años gran importancia en las discusiones sobre cómo promover el desarrollo económico.
En el seminario de Buenos Aires se analizó el presente y futuro emprendedor de la región y se reflexionó sobre la misión de nuestras instituciones dentro del ecosistema de emprendimiento en los ámbitos local, nacional e internacional.
Un primer hecho que destacaron los participantes es el avance del emprendimiento desde el punto de vista de la formación. Las universidades latinoamericanas han avanzado notablemente en la oferta de cursos de pregrado y posgrados. Es evidente cómo hoy éstas cuentan en sus estructuras con áreas de apoyo al emprendimiento. Su enseñanza en las universidades de la región no sólo es pertinente para los que estudian carreras de administración, economía y afines, sino para quienes se forman en otros campos, como las ingenierías.
Un segundo aspecto a resaltar es el mayor compromiso que han venido adquiriendo los gobiernos, que ya incluyen en sus programas de desarrollo acciones que buscan fortalecer el emprendimiento.
En el evento se identificaron acciones que permiten potencializar en el territorio colombiano y regional el emprendimiento. Algunas de ellas son:
Primero, el emprendedor es el centro del ecosistema. Como el elemento más importante, los representantes de las diferentes instituciones (universidades, empresas, gobiernos) deben trabajar para ellos. Se debe entender que el proyecto y/o empresa es medio y resultado que demuestra su capacidad emprendedora.
Segundo, y relacionado con la primera, hay que conocer qué tipo de emprendedor atendemos. Muchas de las instituciones no conocen a quién se atiende o debe atender.
Tercero, con lo anterior se podrían construir mecanismos y herramientas para apoyar los procesos emprendedores.
Cuarto, hay que ampliar la capacidad de relacionamiento del emprendedor; también hacerle entender la importancia de hacer relaciones que permitan construir confianza para facilitar el emprendimiento.
Y, quinto, crear redes de inversionistas para los distintos tipos de emprendimiento. En esto último está el futuro del emprendimiento y, en los próximos meses, las oportunidades de avanzar estarán en los emprendedores con actitud, aquellos que puedan ser atractivos a los inversores.
Por último, hay que tener en cuenta que cada institución del ecosistema de emprendimiento cumple una función. En la medida en que se trabajen de manera alineada las cinco lecciones descritas, ciudades como Cartagena y departamentos como Bolívar serán capaces de contar con ecosistemas de emprendimiento para organizaciones de subsistencia (ventas ambulantes, callejeras, entre otras), proyectos de oportunidad (la de jóvenes universitarios) y emprendimientos con base tecnológica (empresarios con experiencia y personas con formación avanzada).
*Profesor UTB. El autor es profesor del Programa de Ingeniería Industrial, Universidad Tecnológica de Bolívar.
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