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Columna

Una mujer ejemplar

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Hace poco una encuesta de favorabilidad en Chile determinó que por primera vez en su historia política un mandatario, en este caso una presidenta, alcanzaba un respaldo ciudadano del 76 por ciento, lo que la convierte en uno de los gobernantes más populares de América Latina y del mundo. ¿Cuál es el secreto de Michelle Bachelet? Además de su gobierno, vale la pena mirar algo de su odisea personal. Bachelet fue hija de un general de la Fuerza Aérea chilena afecto al derrocado Salvador Allende. Fue encarcelado por la dictadura de Pinochet y murió en cautiverio. Ella misma, desde muy joven en el Partido Socialista, también estuvo presa, fue torturada y tuvo se exilió por algunos años en Alemania. Volvió en 1979 para terminar su carrera como médico cirujano pediatra, y no dejó de combatir, sin estridencias, el régimen autoritario. Reinstaurada la democracia, fue ministra de Salud y luego de Defensa –la primera mujer en ocupar ese cargo en América Latina– bajo el gobierno de Ricardo Lagos, a quien habría de suceder. Ha sido moderada y tiene empatía con el pueblo, hoy calificada hasta de “encantamiento”. Sin incurrir en populismos ni en nacionalismos, como abundan en este lado del subcontinente, Bachelet ha sabido mantener el rumbo del milagro económico chileno y le ha dado –he ahí el secreto– un especial énfasis social. El cónsul chileno en Barranquilla, José Amar, recordaba en una columna que desde 1990 hasta ahora, la inversión en educación, salud, vivienda y previsión en Chile aumentó 350 por ciento; que el Gobierno garantiza 12 años de escolaridad gratuita; que 86 por ciento de los chilenos tiene una casa con servicios, y que la pobreza bajó en los últimos veinte años de 48 a 13 por ciento, un salto no dado por ningún otro país. Además, Bachelet propició una nueva ley de pensiones para las mujeres mayores de 60 años y los hombres mayores de 65, aun si no han cotizado. Con esta historia, con estos logros, ¿cómo no va a ser querida? A todo esto se une su encanto personal. Como cónsul honoraria de Chile en Cartagena, asistí a su posesión el 11 de marzo de 2006 y observé el regocijo entre la mayoría de los chilenos, que sentían reivindicado el dolor de su pasado al ver a la hija de una víctima de Pinochet –víctima ella misma– tomar las riendas de la nación. No era una revancha, sino un acto de justicia histórica. Volví a ver a Bachelet en Bogotá cuando ella vino a la segunda posesión del presidente Uribe. Nos deslumbró a todos con su sencillez, amabilidad, alegría y cultura. Me preguntó cuántos chilenos había en Cartagena y le respondí que unos veinte, más o menos, y me dijo que quería conocer nuestra ciudad, de la que había oído cosas hermosas, y reunirse con sus compatriotas. Casi se da esta visita en noviembre pasado, pero tuvo que cancelar su viaje. En marzo de 2010, Michelle Bachelet dejará su cargo en la cresta de la popularidad. El éxito en su gestión no la contagió de la fiebre reeleccionista que ha afectado a otros gobernantes, y entregará la posta a quien la suceda en el juego de la democracia. No otra cosa se podía esperar de esta mujer admirable, que fortaleció las instituciones chilenas y trabajó por hacer realidad la justicia social en la que siempre creyó. *Ex Ministra de Cultura Directora Teatro Adolfo Mejía galeriachicamorales@yahoo.es

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