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Columna

Responsabilidad social y cultura

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Cada día se afianza más el compromiso social de las empresas. La “licencia social” es presupuesto básico en la ejecución de cualquier proceso productivo. Generalmente al mencionar la responsabilidad social empresarial, se hace referencia a las buenas relaciones con accionistas y trabajadores y con las comunidades donde se opera, se señala el manejo ambiental eficiente y se subraya el respeto por los derechos humanos. Poco se dice de la educación y, especialmente, de la cultura, como componentes prioritarios en lo que debe ser la responsabilidad empresarial frente a los distintos segmentos de la sociedad. El foro “La educación y la cultura en la responsabilidad social empresarial”, que realizaron la semana anterior la Universidad Tecnológica de Bolívar y la Fundación Enrique Grau Araujo, en el Centro Cultural Enrique Grau de Bogotá, tuvo como propósito específico llamar la atención de los dirigentes de nuestro país, en lo público y en lo privado, sobre un asunto que merece la mayor reflexión. La presencia del Ministerio de Cultura, representado como conferencista por Clarisa Ruiz, de cinco empresas de indiscutible prestancia en el sector minero y energético, y la intervención de varias entidades que laboran en la cultura, hizo posible conocer de cerca políticas públicas, trabajos que se llevan a cabo por las empresas participantes en el encuentro y disponer de una información de primera mano sobre las experiencias de instituciones, que trabajan con éxito a favor del avance cultural del país. Me voy a permitir hacer unas alusiones breves a las presentaciones hechas en la ocasión mencionada. Constituyó afortunada síntesis sobre el tema comentado la que hizo Federico Restrepo, de Pacific Rubiales Energy: “Las empresas son instituciones complejas con obligaciones legítimas hacia sus inversionistas y empleados, pero también con responsabilidades hacia otros grupos de interés”. Esa noción es compartida por Juan Carlos Ucrós, de la Occidental Petroleum, al expresar que para esa compañía “La educación es agente de cambio y desarrollo”. Las ejecutorias de Exxon Mobil, con su estupendo proyecto “Del carnaval al aula”, de la Anglo Gold Ashanti, en áreas donde labora, y de Gas Natural, con su programa de optimización del uso de ese energético, evidenciaron que hay directrices corporativas que persiguen darle la necesaria primacía a la educación y la cultura en sus faenas industriales. Y, a lo anterior, se agregan las realizaciones sobresalientes de Maloka y de María Isabel Murillo, con Misi. Es decir, se cumplió satisfactoriamente la finalidad que se tuvo al convocar el evento aludido. Es bien sabido que las naciones con bienestar más avanzado han cifrado su prosperidad en el estímulo a las tareas educativas y culturales. El ejemplo de muchos de los países del sudeste asiático es suficientemente ilustrativo. La curva de su desarrollo económico y social ha sido acompasada con el impulso al conocimiento científico y tecnológico y, en general, al fomento cultural. Son un espejo merecedor de consideración, en mayor grado ahora cuando se analiza y debate la responsabilidad de los empresarios frente a los diferentes actores y situaciones, con vinculación al ciclo productivo. marcan2@etb.net.co

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