Hablar de la importancia y perspectivas de la minería en Latinoamérica puede sonar a lugar común. Pero no, nunca sobrará resaltar la significación que la riqueza del subsuelo históricamente ha tenido y está llamada a tener, en el progreso de nuestra región. Tal propósito lo tuvo el Banco de Desarrollo Interamericano (BID) al convocar una reunión de trabajo, que tuvo lugar el miércoles de la semana anterior en Lima. Un encuentro al cual concurrió un grupo selecto de empresas multinacionales mineras, que operan en esta parte del hemisferio, así como entidades privadas que brindan apoyo a tales actividades. Como Presidente del Organismo Latinoamericano de Minería (OLAMI) fui invitado a participar en este encuentro, que ciertamente ha de dejar huella por su sentido de proyección hacia el futuro. La cita en la capital peruana apuntó a la estructuración conjunta, entre el BID y las empresas asistentes, de un programa de trabajo notable. El objetivo de la acción conjunta es configurar una agenda común de desarrollo, en la cual se estimule el crecimiento sostenible, combatiendo la pobreza y promoviendo la inclusión socioeconómica, con preservación del medio ambiente, tal como se expuso por los ejecutivos de la entidad bancaria anfitriona. Quedó inicialmente destacada la necesidad de disponer, cuando se trata de darle impulso a un proyecto minero, de las licencias tecnológica, ambiental y social. Con tal objetivo resulta aconsejable identificar las mejoras prácticas y aprender de otros los aciertos y errores, aliándose con quienes pueden enriquecer las capacidades propias. Para alcanzar tales metas, se impone diseñar y ejecutar una auténtica ingeniería social institucional. Así se asegurará el futuro de la actividad minera en nuestras naciones, que cada día demandan mayor compromiso empresarial frente a necesidades comunitarias sentidas. En la entrevista de Lima no sólo se informó sobre los servicios y programas que ofrece el BID para la conquista de las finalidades antes indicadas. También se dieron a conocer las tareas que cumplen las compañías participantes, especialmente en el ámbito de la responsabilidad social empresarial. Fueron señaladas, y ahí radica la mayor trascendencia del encuentro, las materias de trabajo que deberán acometerse. Preocupaciones sobresalientes sobre el cambio climático, la transparencia en las relaciones de toda clase, las energías renovables, la administración eficiente de las rentas mineras, los códigos de ética, el buen uso del agua, la capacitación laboral y la participación productiva local, son algunos de los asuntos que muy seguramente aparecerán en el repertorio de quehaceres que serán impulsados. El bienestar regional se nutre en alto grado de las industrias extractivas. Frente a la alta competitividad en los negocios internacionales, América Latina sigue teniendo sus recursos naturales abundantes, que deben ser explotados con racionalidad, responsabilidad social clara y sembrando tal riqueza con sentido del mañana. Para Colombia la minería constituye un horizonte promisorio. Un buen clima de inversión, jurídicamente estable, con estímulos fiscales y manejo ambiental racional, abonará tal porvenir. marcan2@etb.net.co