Washington formalizó este jueves su primera operación de venta militar a Taiwán desde que Donald Trump retomó la presidencia en enero. Se trata de un paquete valorado en 330 millones de dólares que incluye repuestos, componentes y equipos de mantenimiento para aeronaves militares, un suministro clave para la capacidad operativa de la isla en medio de las tensiones persistentes con China.

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Redacción MundoDe acuerdo con la Agencia de Cooperación para la Seguridad de la Defensa (DSCA), la Oficina de Representación de Taipéi en Estados Unidos solicitó la adquisición de “componentes no estándar, repuestos y piezas de reparación, consumibles y accesorios” destinados a flotas de F-16, aviones de transporte C-130 y al caza de fabricación local IDF. El material será transferido directamente desde inventarios del Gobierno estadounidense.
La DSCA afirmó que la operación está en línea con la normativa vigente y con los objetivos estratégicos de Washington, al considerar que refuerza tanto la seguridad de Taiwán como la estabilidad en el Indo-Pacífico. Lea: Así agradeció Netanyahu a Donald Trump por pedir su indulto
Según la entidad, la venta “sirve a los intereses nacionales, económicos y de seguridad” de Estados Unidos al respaldar los planes de modernización militar del territorio autogobernado.
La decisión llega semanas después del encuentro entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en Corea del Sur, una reunión en la que ambos líderes evitaron referirse públicamente a Taiwán. Tras ese encuentro, el mandatario republicano aseguró que Pekín no emprenderá acciones armadas contra la isla mientras él siga en la Casa Blanca.

Xi “dijo abiertamente, y su gente dijo abiertamente en las reuniones: ‘Nunca haríamos nada mientras el presidente Trump sea presidente’, porque saben las consecuencias”, afirmó el presidente estadounidense en declaraciones a CBS.
Venta de repuestos militares a Taiwán y reacción geopolítica
Para Pekín, Taiwán es una “parte inalienable” de su territorio y la reunificación —incluso mediante el uso de la fuerza— es uno de los objetivos que Xi definió desde su llegada al poder en 2012. Washington, aunque no reconoce diplomáticamente a la isla, es su principal proveedor de armamento y mantiene una política ambigua que incluye la posibilidad de defenderla en caso de agresión.
Esa posición ha provocado repetidas fricciones entre las dos potencias, ya que China considera la “cuestión taiwanesa” como la “línea roja” en sus relaciones con Estados Unidos.
