El escritor húngaro László Krasznahorkai fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura 2025, anunció la Academia, que lo reconoció “por su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”.
Considerado uno de los grandes narradores contemporáneos de Europa Central, Krasznahorkai combina en su estilo el absurdo kafkiano, el exceso grotesco de Thomas Bernhard y una mirada contemplativa influenciada por la filosofía oriental. Lea también: 10 libros recomendados para esta temporada
Su literatura —intensa, poética y profundamente humana— busca la “realidad real”, aquella que se oculta en lo cotidiano y en el dolor, defendiendo el valor de la experiencia, la tradición y la lentitud como formas de resistencia ante la prisa del mundo moderno.
László Krasznahorkai gana el Premio Nobel de Literatura 2025 por su obra “visionaria y apocalíptica”
Nacido en Gyula, Hungría, en 1954, cuando el país aún se encontraba bajo el dominio soviético, Krasznahorkai estudió Derecho y Artes en Budapest antes de emigrar en 1987 a Berlín Occidental. Tras la caída del muro, ha vivido en países como Francia, España, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Grecia, China y Japón, aunque visita con frecuencia su tierra natal.
En 2015, obtuvo el Premio Booker Internacional por el conjunto de su obra, y en 2024 fue galardonado con el Premio Formentor de las Letras, reafirmando su estatus como uno de los autores más relevantes de la literatura mundial.
Entre sus libros más reconocidos, publicados por Editorial Acantilado, destacan Melancolía de la resistencia (2001), Guerra y guerra (2009), Y Seiobo descendió a la Tierra (2015), Tango satánico (2017), Relaciones misericordiosas (2023) y El barón Wenckheim vuelve a casa (2024).
Su destino literario, como él mismo ha contado, se selló a los doce años cuando leyó El castillo de Franz Kafka, buscando ser aceptado en el grupo de amigos de su hermano mayor. Años después, durante la ceremonia del Premio Formentor, recordó ese momento agradeciendo a “los poetas desconocidos de Gyula, Ernő Szabó e Imre Simonyi”, quienes —dijo— “soportaron de un modo digno y viril mi admiración”.