Charlotte, Carolina del Norte. El 22 de agosto, un brutal ataque en un tren ligero conmocionó a Estados Unidos y al mundo: Irina Zarutska, una joven refugiada de 23 años que había huido de la guerra en Ucrania, fue asesinada a plena vista de los pasajeros.
El responsable fue identificado como DeCarlos Brown Jr., quien apuñaló a la víctima sin mediar palabra. Tras su captura, confesó a su familia que lo hizo porque creía que Zarutska le estaba “leyendo la mente”.
Refugiada ucraniana fue asesinada en un tren ligero en Charlotte: el agresor alegó que le “leían la mente”
Según relató Tracey Brown, hermana del acusado, DeCarlos padece esquizofrenia paranoide y estaba convencido de que el gobierno le había implantado un microchip en el cerebro. Tracey recordó que en 2022 también fue atacada por él y describió que, tras ver el video del crimen, supo que su hermano había “llegado a un punto crítico”.
En una llamada desde prisión, Brown ofreció una explicación incoherente: aseguró que una “sustancia en su cuerpo” lo obligó a matar a la joven ucraniana.
Tracey Brown también reveló que durante una visita en la cárcel, su hermano la amenazó a ella y a su madre, acusándolas de ser parte de una conspiración en su contra: “Me miró y me dijo: ‘Tengo que convencerte… tú y mamá están siendo víctimas de trata. El gobierno las está usando para llegar a mí’”, relató al diario The Post.
El caso ha generado indignación internacional, no solo por la crueldad del ataque, sino porque Zarutska había buscado refugio en EE. UU. tras escapar de la guerra en su país. Mientras avanza el proceso judicial, organizaciones de derechos humanos y comunidades de migrantes han pedido justicia y mayor atención a los problemas de salud mental que pueden derivar en tragedias como esta.