El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció este miércoles un paquete de apoyo económico para las compañías nacionales afectadas por la reciente decisión del Gobierno de Estados Unidos de imponer aranceles del 50 % a diversos productos brasileños.
El plan contempla una línea de crédito equivalente a 30.000 millones de reales (unos 4.750 millones de euros), así como medidas fiscales y facilidades para las exportaciones. Según explicó Lula, el objetivo es “mitigar el impacto económico” que los nuevos gravámenes pueden generar sobre sectores clave como el agropecuario y el industrial. Lea: El polémico plan de Donald Trump para expulsar a los habitantes de calle
La iniciativa tiene carácter provisional y deberá ser avalada por el Congreso en un plazo máximo de 120 días para su implementación definitiva. El mandatario recalcó que estos recursos estarán condicionados a la preservación de empleos y al apoyo de las empresas más golpeadas por las tarifas impuestas desde Washington.
“No queremos, en primera instancia, hacer nada que pueda provocar un deterioro en nuestras relaciones (con Estados Unidos)”, subrayó Lula, descartando por el momento la adopción de medidas de reciprocidad y destacando su interés en fortalecer vínculos comerciales con otros socios estratégicos como India, China y Rusia, miembros de los BRICS.
Brasil busca alternativas ante el impacto comercial
Además de los créditos, el paquete incluye el aplazamiento del pago de impuestos para las compañías más vulnerables y líneas específicas para financiar exportaciones.
La ministra de Relaciones Institucionales, Gleisi Hoffmann, fue más dura en sus declaraciones al calificar la decisión de Trump como “un verdadero chantaje” y recordar que la medida surgió de actores “que intentaron abolir el Estado democrático de derecho y ahora responden por sus crímenes ante la ley y la justicia”.
La imposición de aranceles del 50 % sobre productos como carne y café fue anunciada por el presidente estadounidense la semana pasada. Según analistas, esta medida podría tensar las relaciones bilaterales y afectar de forma significativa a sectores que dependen del mercado norteamericano.