La ley recientemente firmada por el presidente Donald Trump (como parte de un paquete de reconciliación presupuestal) establece que todos los bebés nacidos entre 2025 y 2028 en Estados Unidos recibirán una cuenta automática con un depósito inicial de 1.000 USD. Este capital será invertido en un fondo indexado de bajo costo, administrado por el Departamento del Tesoro .
Estas “Cuentas Trump” estarán bajo custodia estatal hasta que el menor cumpla 18 años. En ese momento, la inversión podrá transformarse en una IRA tradicional, con la opción de retirar fondos para fines como educación, compra de vivienda o creación de un negocio. También se permiten aportes adicionales anuales de hasta 5.000 USD, incluidos 2.500 USD libres de impuestos si provienen del empleador de los padres. Lee también: Donald Trump suma otra nominación al Nobel de la Paz 2025.
Inspiración en otros modelos: “baby bonds”
El programa se basa en conceptos similares a los “baby bonds”, previamente promovidos por el senador Cory Booker y adoptados en jurisdicciones como California, Connecticut y el Distrito de Columbia. La idea es ofrecer a todos los niños, sin importar el nivel socioeconómico de sus familias, un capital de partida que — contabilizando una tasa de interés anual promedio del 7% — podría crecer hasta aproximadamente 3.570 USD al cumplir la mayoría de edad.

Críticas: ¿menos desigualdad o más brecha?
A pesar de su alcance universal, el programa ha recibido críticas por no ser progresivo en su diseño. El economista Darrick Hamilton en una pasada entrevista subrayó que la propuesta republicana exacerbaría en lugar de reducir las brechas de riqueza. Además en sus inicios este realizó dicha propuesta en la cual visualizó un programa que sería universal pero que daría a los niños de familias pobres una dotación mayor que a sus compañeros más ricos, en un intento por nivelar el campo de juego. El dinero sería manejado por el gobierno, no por empresas privadas en Wall Street.
Por parte, Brad Gerstner, inversionista de Silicon Valley y creador del plan detrás de la propuesta, afirmó en una entrevista con CNBC el año pasado que estas cuentas podrían contribuir a cerrar la brecha de riqueza y a recuperar la confianza en el capitalismo, dos desafíos que, según él, constituyen una crisis existencial para Estados Unidos.
“El ascenso y la caída de las naciones ocurre cuando tienes una brecha de riqueza que crece, cuando tienes personas que pierden la fe en el sistema”, dijo Gerstner. “No somos agentes sin agencia. Podemos hacer algo”.
Obstáculos en la ejecución
Aunque la ley está impulsada políticamente, su éxito dependerá de cómo se implemente. El Tesoro debe desarrollar la infraestructura tecnológica: licitaciones, plataformas digitales, apps y materiales educativos.
Aún así, persiste escepticismo respecto a la capacidad del Gobierno para entregar tecnología efectiva y accesible. Además, requerirá coordinación interagencial y supervisión para que las cuentas sean gestionadas correctamente y los padres comprendan su propósito a largo plazo.

¿Qué se espera tras 2028?
El programa será vigente hasta 2028, tras lo cual dependerá de la dirección política que asuma la nación. Podría renovarse, modificarse o incluso cancelarse.
Quienes lo defienden apuestan a que este “empujón financiero” temprano, junto con el efecto del interés compuesto, ayudará a cimentar mejores oportunidades para millones de niños. Sus críticos, en cambio, insisten en que los recursos deberían concentrarse primero en satisfacer necesidades inmediatas y diseñar un sistema más orientado a la equidad.