Ucrania ejecutó este domingo la operación militar más ambiciosa contra la aviación rusa desde el inicio del conflicto, bajo el nombre clave “Telaraña”.
Una oleada de drones ucranianos atacó múltiples aeródromos en territorio ruso, incluido el de Irkutsk, en Siberia, a más de 4.000 kilómetros de la frontera ucraniana. Según el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), los drones fueron introducidos de contrabando en Rusia, ocultos en cabañas móviles de madera y transportados por camiones a lo largo del país.
El resultado, según Kiev, ha sido la destrucción de más de 40 aviones estratégicos, incluidos bombarderos empleados por Moscú para lanzar misiles de largo alcance, y daños materiales estimados en 7.000 millones de dólares.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, celebró el golpe en su cuenta oficial de X (antes Twitter):
“Un resultado absolutamente brillante. Un año, seis meses y nueve días desde el inicio de la planificación hasta su ejecución efectiva. Nuestra operación de mayor alcance”.
Esta ofensiva representa un giro significativo en la capacidad ofensiva ucraniana y aumenta la presión sobre la infraestructura militar rusa.
Según Zelenski, “el personal que participó en la preparación de la operación se retiró del territorio ruso a tiempo“. No obstante, el ministro de Defensa ruso ha asegurado que varias personas han sido detenidas, entre ellas, el conductor de uno de los camiones. Andréi Beloúsov ha descrito este golpe como un atentado terrorista contra Rusia.
Los bombarderos rusos de largo alcance destruidos tenían capacidad nuclear y algunos estaban situados en una base militar en las profundidades de Siberia.
El Ministerio de Defensa de Rusia lo ha confirmado: “En las regiones de Múrmansk e Irkutsk, como resultado del lanzamiento de drones desde un territorio que se encontraba cerca de los aeródromos, se produjeron incendios en varios aparatos“, precisa la nota castrense.