La reciente decisión del gobierno de Gustavo Petro de avanzar hacia la adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta —también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, impulsada por China— ha generado una fuerte reacción por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, que calificó la medida como “decepcionante y contraproducente”.
“La decisión del presidente Petro de unirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) del Partido Comunista Chino es decepcionante y contraproducente”, afirmó un portavoz del Departamento de Estado en declaraciones exclusivas al diario El Tiempo.
Según el funcionario, esta alianza no contribuirá a reducir el déficit comercial de 13 mil millones de dólares que Colombia mantiene con China y, por el contrario, “expone al país a acciones malignas como la trampa de la deuda y la erosión de su soberanía”.
Desde Washington se advierte que la adhesión a la Ruta de la Seda podría distanciar a Colombia de sus principales aliados en América Latina y Estados Unidos. “Petro corre el riesgo de alejar aún más a Colombia del camino de nuestros socios regionales, quienes ya están saliendo de las trampas impuestas por el Partido Comunista Chino”, señaló la fuente.

Las advertencias no son nuevas. Durante la administración de Donald Trump, el entonces enviado especial para América Latina, Mauricio Claver-Carone, ya había alertado sobre los riesgos de acercarse a China, incluyendo posibles afectaciones a las exportaciones clave de Colombia como el café y las flores, cuyos principales mercados están en Estados Unidos.
Pese a las críticas, el gobierno colombiano defiende la decisión como parte de una estrategia de diversificación de sus alianzas internacionales.
Esta semana, Colombia formalizó su intención de adhesión mediante la firma de un plan de cooperación no vinculante con China, enfocado en áreas como transición energética, agroindustria, reindustrialización del sector salud, inteligencia artificial, infraestructura tecnológica y movilidad.
La Ruta de la Seda es una iniciativa global lanzada por China en 2013 con el objetivo de fortalecer la conectividad internacional mediante inversiones en infraestructura, comercio y tecnología. Aunque los defensores de la adhesión señalan su potencial para atraer inversión extranjera y cerrar brechas económicas, los críticos insisten en los riesgos geopolíticos y el desequilibrio comercial con el gigante asiático.
Con esta jugada, Colombia se encuentra en una encrucijada: entre la promesa de nuevas oportunidades con China y las advertencias de su principal socio comercial, Estados Unidos.