Los desiertos de sal o salares son uno de los espectáculos naturales más fascinantes del mundo. Estas extensas llanuras blancas, formadas por la evaporación de antiguos lagos, crean paisajes de ensueño donde el cielo y la tierra parecen fundirse en un solo horizonte. A lo largo del mundo, estos salares han cautivado a viajeros, científicos y fotógrafos con su cautivadora belleza y su importancia ecológica.
Estos desiertos de sal ofrecen un sinfín de experiencias; reflejos perfectos que desafían la percepción, ecosistemas únicos adaptados a la extrema salinidad e incluso hoteles construidos completamente de sal. Lee también: Estos 4 países de Latinoamérica están entre los más bellos del mundo.
Los 5 salares más bellos del mundo
1. Salar de Uyuni, el espejo del cielo
Ubicado en el altiplano boliviano, el Salar de Uyuni es el mayor desierto de sal del mundo, con una extensión de más de 10,000 kilómetros cuadrados. Su característica más impresionante ocurre durante la temporada de lluvias que va del mes de diciembre a abril, cuando una delgada capa de agua convierte la superficie en un gigantesco espejo que refleja el cielo con una precisión asombrosa.
Este fenómeno natural ha convertido a este salar, en un destino predilecto para turistas y fotógrafos que buscan capturar imágenes surrealistas. Además, es un punto estratégico para la extracción de litio, ya que se estima que bajo su superficie se encuentra más del 50 % de las reservas mundiales de este mineral.
En los últimos años este sitio se ha vuelto uno de los más visitados en Bolivia, sus reflejos atrapan a los turistas que van en búsqueda de explorar y conocer esta belleza natural ubicada en Latinoamérica.
2. Salar de Atacama, una joya natural
En el desierto de Atacama, Chile, se encuentra el Salar de Atacama, una vasta extensión de sal rodeada por los Andes y hogar de ecosistemas únicos. Este es famoso por sus lagunas de colores, como la Laguna Chaxa, donde habitan tres especies de flamencos.
A diferencia del Salar de Uyuni, su superficie es irregular y está cubierta de costras de sal debido a la extrema aridez de la región chilena. Este paisaje, junto con la ausencia de contaminación lumínica, hace de este Salar un lugar privilegiado para la observación astronómica, ya que desde allí, se cuenta con el cielo y vista más despejados del planeta. Te podría interesar: 9 lugares de Colombia que la UNESCO considera invaluables: el cuarto te sorprenderá.

3. Bonneville Salt Flats, la pista de velocidad natural
En el estado de Utah, Estados Unidos, se encuentran las Bonneville Salt Flats, un extenso salar que se ha convertido en el epicentro de las competencias de velocidad en tierra. Su superficie lisa y compacta ha permitido la realización de pruebas automovilísticas en las que se han batido múltiples récords mundiales de velocidad.
Más allá de su importancia para los deportes de motor, este salar ofrece una experiencia visual única. Durante el amanecer y el atardecer, el reflejo del sol en su superficie crea un efecto resplandeciente que atrae a fotógrafos de todo el mundo. La mejor época para visitarlo es en verano y otoño, cuando la superficie está seca y compacta para poder disfrutar de la vista e imponencia de esta reserva natural.
4. Salar de Gorbea, un destino poco explorado
El salar de Gorbea es un salar ubicado justo al sur del límite entre las regiones de Antofagasta y Atacama, cerca de la frontera internacional con el país de Argentina pese a su cercanía este pertenece completamente al territorio chileno. Su paisaje desolado y su difícil acceso lo convierten en un destino para los viajeros más aventureros.
A diferencia de otros salares más turísticos, el Salar de Gorbea es un paraíso de tranquilidad donde los visitantes pueden observar formaciones de sal cristalizadas, lagunas con altos niveles de minerales y un horizonte infinito que invita a la contemplación.

5. Dasht-e Kavir, el salar persa
Irán alberga uno de los salares más impresionantes del Medio Oriente: Dasht-e Kavir, también conocido como el Gran Desierto Salado. Con una extensión de aproximadamente 77,600 kilómetros cuadrados, este salar está compuesto por una mezcla de arena y sal que forma patrones hexagonales en la superficie, similares a los que se encuentran en el Salar de Uyuni.
Debido a su clima extremo, con temperaturas que pueden superar los 50°C en verano y descender drásticamente en invierno, la vida en este desierto es limitada. Sin embargo, su belleza lo convierte en un destino fascinante para los amantes de la fotografía y la aventura.