El sur del Líbano está viendo las consecuencias devastadoras de la retirada progresiva de las tropas israelíes, un proceso que ha dejado a muchas aldeas en un estado de destrucción total. La reciente llegada del alto el fuego, que permitió la salida de las fuerzas israelíes de varias áreas, ha abierto la puerta a que los residentes desplazados puedan acceder a sus hogares. Sin embargo, lo que han encontrado no es un regreso a la normalidad, sino un panorama de ruina y desesperanza.
Uno de los lugares más afectados es Naqoura, una localidad ubicada a solo tres kilómetros de la frontera con Israel. Aquí, Fátima, una de las residentes, observa con incredulidad lo que queda de su casa. “Solían decir que había mucha destrucción, incluso sabía que mi casa estaba destruida, pero no pensé que a este nivel. Uno ve más de lo que puede escuchar o mirar en fotografías”, comenta, visiblemente afectada mientras observa su salón completamente destruido, accesible solo a través de un boquete en la pared. Lea: Los muertos libaneses a manos de israelíes

La entrada a Naqoura por parte de los residentes fue posible tras el control asumido por el Ejército libanés a principios de enero, tras la salida de las tropas israelíes y la limpieza de la zona de artefactos explosivos. Sin embargo, lo que muchos no esperaban era la magnitud de la devastación que los enfrentaría a su regreso.
Fátima, junto a otros vecinos, trata de rescatar lo que queda de sus pertenencias entre las ruinas. En su caso, ha logrado salvar algunas piezas de cristalería y ropa, pero la mayoría de sus bienes quedaron sepultados bajo los escombros. “No nos llevamos nada con nosotros, estábamos huyendo. Incluso les dije que cogieran poca ropa porque íbamos a volver en dos días o una semana, pero llevó tiempo”, recuerda, refiriéndose a su huida forzada cuando estalló el conflicto en octubre de 2023.
Desde entonces, Fátima ha vivido varios desplazamientos a medida que el conflicto entre Hizbulá e Israel se intensificaba. Aunque el alto el fuego parece haber detenido los enfrentamientos directos, las secuelas de la guerra siguen latentes, especialmente para quienes como ella no tienen un hogar al cual regresar. “Miraremos dónde nos podemos quedar hasta que reconstruyamos y volvamos a nuestra casa. Así es como es Israel, toda su historia toma venganza de los árboles y las rocas, no solo de los humanos”, denuncia Fátima.
El retorno de los residentes está marcado por una sensación de incertidumbre, con muchos que ahora enfrentan problemas no solo de reconstrucción, sino también de sobrevivencia en una región marcada por la guerra y la destrucción recurrente. Algunos, como Zahra, una madre joven que perdió todos sus muebles en la catástrofe, luchan por obtener pruebas de la destrucción para presentar solicitudes de compensación ante Hizbulá. “Estábamos alquilando esta casa, pero todos los muebles eran nuestros. Lo perdimos todo, todo el techo aplastó el salón y la habitación”, relata, mientras evalúa la situación con desesperación.

Por otro lado, algunos residentes, agotados por los años de conflicto, comienzan a contemplar la idea de abandonar el país en busca de una vida más tranquila. Un hombre mayor de Naqoura expresa: “No queremos vivir en este círculo más, esta no es la primera vez que nuestra casa es destruida, soy un hombre mayor que ya ha pasado por esto antes. Es como si tuviéramos que irnos o morir, no tenemos otras opciones”.
La retirada israelí ha desvelado un sur del Líbano marcado por la destrucción, el desplazamiento y la frustración. Mientras algunos intentan reconstruir sus vidas, la falta de esperanza de un regreso a la normalidad mantiene a miles de personas atrapadas en una espiral de sufrimiento y dolor. El futuro de estas comunidades sigue siendo incierto, mientras los residentes siguen enfrentando las secuelas de una guerra que parece no tener fin.