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Florencia: el sabor auténtico de una ciudad encantadora

Qué hay detrás del lampredotto, la receta más popular de esta ciudad italiana.

Florencia: el sabor auténtico de una ciudad encantadora

Cattedrale di Santa Maria del Fiore. //Foto: Cristian Agámez.

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Al llegar tengo la leve impresión de haber despertado en otro tiempo, en otra era, pero con gente de este noviembre. Sobre las cúspides de los edificios se posan aves diversas, de las que solo consigo identificar a las gaviotas. Llegué en el esplendor de un día frío, tanto que, al bajar del tren, sentí a mi labio inferior rajarse un tanto. Pero no es un día gris, el sol ha salido con brillo y el contraluz hace lucir más fantásticas a las fachadas frente a mí.

Si tuviera que describirla como a una persona, entonces bien pudiera decir que es una bella dama, vestida de época, con un corsé sensual, de perfume liviano y dulce; sonríe y ahora sus mejillas lucen sonrojadas, sus curvas están perfectas y ella en sí es inspiradora, de una inteligencia cautivante. Y si tan solo ella pudiera hablar, conquistaría a cualquiera.

Ahora que lo pienso, quisiera escribir muchas cartas de una admiración sublime y sellarlas con lacre, para confesarle lo bien que ha seducido un pedazo 'dal mio cuore' y mi mente. La he visto esplendorosa esta mañana de noviembre, cuando el otoño ha posado un frío espeso sobre las pieles falsas y reales de los abrigos.

Entonces, empiezo a recorrerla con la expectativa propia de un niño descubriendo al mundo bajo el éxtasis de las primeras veces. A pocas cuadras de la estación del tren, he llegado a la ‘Piazza del Duomo’: hay cientos de personas, en los restaurantes, en los comercios repletos y en las filas de turistas que aspiran a conocer el 'Battistero di San Giovanni', un templo religioso particularmente famoso por sus puertas de bronce; el ‘Campanile de Giotto’, un campanario magistral, imponente e igual de popular; o a la 'Cattedrale di Santa Maria del Fiore'.

No he visto una fachada de un templo tan llamativa como esta de la catedral, incluso ni siquiera en la ventura de parroquias de la tan católica Roma. Es necesario tomar un tiempo aquí para contemplar la grandeza de los detalles, cuidados por más de setecientos años (la comenzaron en 1226). Adentro, los turistas hacen fila para captar con sus cámaras el interior del Duomo, su cúpula colosal, famosísima y materia prima para millones de postales, con el fresco del ‘Juicio final’, de Giorgio Vasari y Federico Zucchero.

Puente Vecchio. //Foto: Cristian Agámez.
Puente Vecchio. //Foto: Cristian Agámez.

En el templo, enciendo una vela sobre un candelabro en forma de árbol, en cuyas ramas titilan las llamas de otras velas, y con el fuego he depositado una ofrenda y una petición, junto a la promesa de volver una vez cumplida para agradecer por el favor recibido.

Afuera, el camino continúa y las cámaras de los celulares en acción son el común denominador. Es un amor a muchas primeras vistas el ofrecido por esta dama de época, sabia y bien perfumada: sorprende ver en la 'Via Santa Margherita', el ‘Museo Casa Di Dante’, morada del ‘Poeta supremo’ Dante Alighieri (1265- 1321); es deliberadamente llamativa la 'Piazza della Signoria', con sus esculturas y fuentes.

Hay quienes acuden a esta pequeña urbe desde cualquier rincón para presenciar al David de Miguel Ángel, en la Galería de la Academia, o por las tantísimas obras de arte de las galerías y museos. Hay tanta cultura aquí, que bien podría comprarse esta ciudad con el extracto de un perfume excelso, esparcido por el mundo de formas diversas.

En sus calles hay tiendas de antigüedades, vitrinas de marcas exclusivas, pastelerías y heladerías. Hay vitrinas de restaurantes con fábricas artesanales de pastas y también callejones repletos de ventas de bolsos, billeteras, cinturones y zapatos de cuero porque esta ciudad es famosa además por sus artesanías y por sus pieles.

Un trippaio es un quiosco de comida callejera , estilo full track.
Un trippaio es un quiosco de comida callejera , estilo full track.

En el camino, prosigo descubriendo este viejo y, para mí, nuevo mundo, y los pasos me conducen otra maravilla que bien podría ser la cintura esbelta y llamativa de esta bella dama: il Ponte Vecchio. Verlo así, tan fiel a su nombre (puente viejo), no puede más que maximizar la sensación de haber despertado en otro tiempo. Está en pie sobre el río Arno desde 1335 y ostenta el título de ser el puente en piedra más antiguo del continente europeo. Prosigo el camino impresionado por la cantidad de joyerías y joyas sobre el puente, a un lado y otro. La realidad es que me resulta como una suntuosa mina al aire libre: llena de oro, plata, rubíes, esmeraldas, zafiros, en relojes, pulseras, cadenas, tobilleras y anillos de marcas afamadas.

Ahora, las calles me conducen hacia otro símbolo tangible de esta pequeña urbe, un sello gustativo quizá no tan conocido, ni tan famoso como las pizzas, las pastas o la 'Bistecca alla ‘Fiorentina. En la ‘Vía Val di Lamona’ existe un ‘monumento’ más moderno, pero que bien representa al espíritu de los florentinos: un 'trippaio', como son llamados los quioscos de comida callejera de la ciudad, estilo full track. Está vacío, dos señoras esperan sus pedidos. Busco en mi celular para intentar pronunciar sin errores el nombre del platillo recomendado: 'lampredotto'.

No puedo dejar de ver la carne mientras se cuece en un guiso en dos ollas grandes y es revuelta con pinzas. Pienso la sinceridad de mis sentidos que no ve con ojos apetitosos a esa carne, pero no puedo irme sin probar el 'lampredotto', al fin al cabo aquí es la ‘joya’ de la comida callejera.

El cocinero atraviesa con un cuchillo una porción que luego pica ágil en una tabla y sirve a modo de sándwich, con un pan mojado en el mismo guiso de la olla. Le da unos toques de sal, de pimienta y de una salsa verde, antes de entregarlo. Todo eso en segundos. Y sí, contra mis pronósticos, resulta delicioso.

Se dice que el 'lampredotto' es una preparación que proviene de una cultura antigua, relacionada con la necesidad de encontrar proteína a bajo precio y que es considerada el “alimento de los pobres”. La carne en cuestión es el revestimiento del cuarto estómago de la vaca, conocido como abomaso o cuajar, que es bien aprovechado aquí.

Lampredotto.
Lampredotto.

En otras palabras, he comido un sándwich de mondongo sancochado con sal, mucha pimienta y una fresca salsa verde de perejil, anchoas, alcaparras, ajo y aceite de oliva. La sal arde en mi labio roto igual que la pimienta, pero es exquisito. Es tan ‘humilde’ como sublime y, al mismo tiempo, es una forma auténtica de probar parte del alma de esta dama llamada Florencia, la bella y tranquila ciudad italiana. El tren de las 7:30 p.m. partirá pronto, pero me voy con la promesa de regresar algún día, para probar más ‘lampredotto’ y cuando mi ruego se haya cumplido.

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