El exmandatario peruano Alberto Fujimori, falleció este miércoles a los 86 años en la residencia de su hija Keiko, en Lima. Su muerte pone fin a una de las figuras más controvertidas de la política peruana, quien gobernó el país entre 1990 y 2000 y dejó un legado marcado por el autoritarismo, la lucha contra el terrorismo y una profunda división social que sigue vigente.
Fujimori había logrado su libertad en diciembre pasado, gracias a una decisión judicial que anuló su condena de prisión. Este polémico fallo fue cuestionado tanto a nivel nacional como internacional, especialmente por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que previamente había solicitado su reclusión por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante su gobierno. Lea: Murió Alberto Fujimori, expresidente de Perú, a sus 86 años
Apodado “El Chino” por sus rasgos japoneses, Fujimori se hizo conocido por su férreo control del poder y sus acciones contra los grupos terroristas Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Estos logros, según sus simpatizantes, salvaron al país de un colapso económico y una guerra interna. No obstante, su mandato también estuvo marcado por el golpe de Estado de 1992, con el cual disolvió el Congreso y asumió control absoluto del Estado.
Ascenso y poder absoluto
Fujimori irrumpió en la política en 1990 como un candidato inesperado y antiestablecimiento, venciendo al célebre escritor Mario Vargas Llosa en las elecciones presidenciales. Durante su primer mandato, implementó drásticas reformas económicas que frenaron la hiperinflación heredada del gobierno de Alan García. Sin embargo, las medidas también generaron descontento social, lo que culminó en la disolución del Congreso y la intervención del Poder Judicial en abril de 1992.

El autogolpe, respaldado por las Fuerzas Armadas, fue condenado por la comunidad internacional. La presión llevó a Fujimori a convocar un Congreso Constituyente en 1993, que promulgó una nueva Constitución, la cual sigue vigente. Le puede interesar: ¿De qué murió Alberto Fujimori? Así es la enfermedad que padecía
Un gobierno envuelto en escándalos
Si bien Fujimori es recordado por debilitar a Sendero Luminoso y restaurar el orden en el país, su mandato estuvo plagado de escándalos de corrupción. Vladimiro Montesinos, su asesor más cercano y jefe del servicio de inteligencia, fue la figura clave detrás de una red de corrupción que desvió millones de dólares y cometió violaciones sistemáticas a los derechos humanos. En 2000, un video reveló a Montesinos sobornando a un congresista, desatando una crisis política que obligó a Fujimori a anunciar elecciones anticipadas y prometer que no buscaría la reelección.
En noviembre de ese mismo año, Fujimori escapó a Japón, donde renunció a la presidencia mediante un fax, un gesto que muchos consideraron una traición a la nación. Permaneció en el país asiático hasta 2005, cuando fue arrestado en Chile y extraditado a Perú en 2007 para enfrentar a la justicia.
La prisión y la lucha por su libertad
El expresidente fue condenado en 2009 a 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos, incluyendo los casos de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, perpetradas por el grupo Colina, un escuadrón de la muerte vinculado al Estado. Aunque pasó más de una década en una prisión policial diseñada especialmente para él, su estado de salud le permitió recibir frecuentes visitas de su familia y partidarios. Lea también: “Liberación de Fujimori socava la justicia de víctimas”: Amnistía Internacional
Fujimori fue operado en varias ocasiones por dolencias graves, como una leucoplasia en la lengua y problemas cardiovasculares, lo que llevó al presidente Pedro Pablo Kuczynski a otorgarle un indulto humanitario en 2017. Sin embargo, investigaciones posteriores señalaron que el indulto fue resultado de un acuerdo político para evitar la destitución de Kuczynski por acusaciones de corrupción. Esta medida fue revocada en 2018, y Fujimori tuvo que regresar a prisión.
Una figura que divide a Perú
A pesar de las múltiples controversias, Fujimori dejó una marca indeleble en la política peruana. Su hija Keiko Fujimori, quien asumió el rol de primera dama a los 19 años tras el divorcio de sus padres, se convirtió en su heredera política, postulándose tres veces a la presidencia del país. Keiko, actualmente procesada por presunto lavado de activos, ha sido una de las principales defensoras del legado de su padre, al igual que su hermano Kenji, quien enfrenta cargos por tráfico de influencias.
Fujimori, quien padecía enfermedades crónicas como fibrosis pulmonar y dolencias cardíacas, fue liberado definitivamente en diciembre pasado por el Tribunal Constitucional, una decisión que generó indignación en amplios sectores de la sociedad peruana y en organizaciones internacionales de derechos humanos.
A pesar de su muerte, el debate sobre su legado perdurará en Perú. Para muchos, Fujimori fue el líder que derrotó al terrorismo y salvó la economía. Para otros, fue un autócrata que violó las libertades fundamentales y sumió al país en una crisis de corrupción. Lo que es claro es que su figura seguirá dividiendo a la sociedad peruana, incluso después de su partida.