Una mano cercenada, 16 bombas, tres asesinatos, 23 heridos y una potencia mundial obligada a ejecutar la operación más costosa que ha llevado el FBI (unos 50 millones de dólares) para cazar a una persona. El desafío era grande, pues se trataba de dar con un terrorista esquivo que tenía un coeficiente intelectual de 167, superior al de Stephen Hawking, Bill Gates y el de Steve Jobs.
Theodore Kaczynski, conocido como ‘Unabomber’, murió hace pocos días, el pasado 10 de junio en una celda de la cárcel federal de Carolina del Norte, donde cumplía una condena de ocho sentencias consecutivas de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Tenía 81 años y se supone que se suicidó. La frustración en los genios es un jab al mentón cuando apropian con frustración que su legado no llegó a nada. Lea: A exposición, máquinas de escribir de famosos

Admiración clandestina sí logró en muchas personas, me incluyo, con su mensaje crítico de la sociedad contemporánea en la que, a diario, seres humanos después de desayunar se ponen su uniforme de borregos mecanizados para darle rienda suelta a un sistema que no comprenden y que domina sus vidas a control remoto. Kaczynski, nacido el 22 de mayo de 1942 en Chicago, Illinois, tenía como tesis radical que el desarrollo tecnológico posterior a la Revolución Industrial mandó todo al zafacón.
Kaczynski, luego de vivir una infancia difícil en un mundo que no está adaptado para la cotidianidad de un superdotado, ingresó con 16 años a Harvard, se graduó como doctor (PhD) en matemáticas en la Universidad de Michigan y se convirtió en docente en la Universidad de California, Berkeley, con tan solo 25 años. Pero su desazón interna contra la sociedad nunca lo abandonó y se agravó cuando los traumas de pasados abusos físicos y psicológicos lo sacaban de la cama. Por ende, dos años más tarde de recibir el carné de profesor, se perdió del mapa. Le puede interesar: Putin y Wagner: ¿Qué está sucediendo en Rusia?

En una inhóspita cabaña de madera, sin energía eléctrica, internet ni agua que saliera de una llave, se recluyó. En 1971, desde las profundidades de las montañas de Lincoln, Montana, radicalizó su postura contra la tecnología y comenzó a escribir uno de los documentos más intelectuales, pero prohibidos, que he leído en mi vida: La sociedad industrial y su futuro.

En ese manifiesto, firmado con el seudónimo de “Freedom Club” o F.C., Kaczynski, expuso que La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana, pues mientras la tecnología convierte algunas vidas en palaciegas, hay toda una sociedad que sufre por la inequidad y la inestabilidad que provocan diversos sufrimientos psicológicos, financieros y físicos. Para el Unabomber esta maquinaria social solo tendría un resultado: el fin de todo. Al redactar la última palabra, comenzó su era de terror.
Kaczynski reconoció en su manifiesto, documento que por muchos años estuvo prohibido por las autoridades estadounidenses y su difusión en internet fue mediante correo de brujas, que no hay modo de reformar o modificar el sistema donde la tecnología impera, pero sí se pueden combatir sus posibles consecuencias a través de una revolución violenta, gradual y económica, dejando de lado el ámbito político.
Por consiguiente, Kaczynski desde 1978, y por 17 años, envió 16 paquetes bombas a diferentes objetivos entre los que se cuentan empresas tecnológicas, universidades y aerolíneas, matando a 3 personas e hiriendo a otras 23. El 24 de abril de 1995, envió una carta al The New York Times en la que prometió “cesar el terrorismo” si el periódico o el The Washington Post publicaban su manifiesto. El Gobierno dio luz verde en aras de que las bombas dejaran de estallar.
Con la publicación de esa carta, el FBI comenzó la fase final de una de las investigaciones más costosas de su historia para dar caza a un terrorista, al que llamaron en un primer momento “UNABOM” (“University and Airline Bomber”), que en español se traduce como Bombardero de Universidades y Aerolíneas. Y ahí el origen de su alias criminal: Unabomber.
Muchas de sus víctimas perdieron los dedos de las manos al abrir las cartas con explosivos. El hecho de que la violencia fuera tan aleatoria provocó un gran nerviosismo en la sociedad estadounidense en esa época.

James Fitzgerald en la cabaña de Kaczynski.
Fitzgerald, perfilador criminal, mientras Kaczynski evolucionaba como agente del terror, analizó las misivas que el Unabomber enviaba con los paquetes bomba y la carta remitida al Times, mientras era visto con desdén por aquellos suscritos en una cacería policiaca pura y dura. Fitzgerald fundó lo que hoy se conoce como lingüística forense y su trabajo dio como resultado el arresto y la condena de Ted. Así lo cazó:
1995. Quantico, Virginia, oficinas centrales del FBI. Fitzgerald es promovido a perfilador criminal en el Centro Nacional para el Análisis de Crímenes Violentos, que luego se convertiría en la Unidad de Análisis de Conducta del FBI (BAU por sus siglas en inglés). Allí llevó a terrenos insospechados el análisis de textos y la evaluación de amenazas.
“James Fitzgerald hizo un análisis comparativo del contenido de las cartas y del manifiesto para determinar si realmente Ted Kaczynski era el Unabomber. Al igual que en el ADN no hay dos secuencias iguales, tampoco en la grafía hay dos letras iguales y se considera un elemento de identificación perfectamente válido”, precisa National Geographic.
Además, el hermano del Unabomber, David Kaczynski, reconoció el estilo de escritura e ideas expresadas en el manifiesto y confirmó el perfil del FBI. En 1996, Kaczynski fue detenido en la cabaña donde iluminaba sus noches con velas y se alimentaba con conejos que cazaba y verduras que cultivaba.
El análisis lingüístico de Fitzgerald le dio todos los elementos a la Fiscalía para pedir la condena de Kaczynski, quien fue diagnosticado con esquizofrenia y paranoia, enfermedades que siempre rechazó el convicto. Para evitar la pena de muerte, se declaró culpable y fue condenado a cadena perpetua sin la posibilidad de salir en libertad condicional.

Tras su captura y conocerse sobre su vida y su filosofía anarquista en las 35 mil palabras escritas en el “Manifiesto del Unabomber”, despertó la fascinación en muchas personas a nivel mundial, y que tres películas, una serie (Manhunt: Unabomber), una veintena de libros y un montón de referencias académicas, exacerbaron dicha admiración. No obstante, y lamentablemente, entre esos fanáticos se cuenta James Holmes, autor de la ‘Masacre de Aurora’, quien el 20 de julio de 2012 masacró en un cine de Colorado a 12 personas e hirió a 58.
Aunque en las pequeñas referencias que Kaczynski hizo de ese periodo, en muchos artículos periodísticos y en la afamada serie se registra que durante su estancia en la universidad de Harvard, Ted participó en el proyecto MK Ultra, un programa de control mental creado por la CIA en colaboración con Henry Murray, profesor de Harvard y Fundador de la Sociedad psicoanalítica de Boston.
“Se cuenta que el proyecto buscaba desarrollar nuevas técnicas de interrogatorio y tortura a partir del control mental. Kaczynski fue sometido a estos experimentos desde 1959 hasta 1962, lo que acabó por quebrar una mente de por sí muy confusa”, acota National Geographic.