Llegar a un altar o notaría para “jurar amor eterno” a una mujer con quien nunca han tenido relaciones sexuales es algo impensable para la mayoría de los hombres. Algunos, por convicciones religiosas, esperan o apuran la bendición de Dios para tener tal intimidad, sin embargo, les sería inaudito unir sus vidas a mujeres cuyos labios nunca han besado.
Y por increíble que parezca, otros, creyentes del islam y sometidos a la voluntad de Alá, se casan con mujeres a quienes apenas han saludado de manos. Este último es el caso de Mohamed Mousa y esta es su historia.
Entre pirámides, esfinges, faraones, jeroglíficos y templos transcurren los días de Mohamed, quien nació el 6 de junio de 1989 en una de las civilizaciones más antiguas de la Tierra, el enigmático Egipto.

Sus 34 años -recién cumplidos- los ha vivido en la ciudad de Esna, que se encuentra en la ribera del río Nilo, unos 55 kilómetros al sur de la provincia de Luxor. Pero él no pasa allí, anda de un lado a otro desde 2011, año en que comenzó a laborar como guía turístico.
Un “hola”, “hi”, “priwét” o “marhaban” salen de sus labios para saludar en español, inglés, ruso o árabe a los turistas, y no es que se haya memorizado los saludos, Mohamed habla y entiende muy bien estos cuatro idiomas mientras exhibe las bellezas de su civilización.
Y justo son estos recorridos los que por años lo mantuvieron soltero hasta que su madre se le cruzó como autoridad que levanta una señal de pare en el camino de un conductor. “Un día ella decidió que ya tenía que casarme (risas), que ya no había más tiempo de espera”, expresó el musulmán, agregando que por tradición debe casarse con una mujer de Esna para estar cerca de su familia.
“Mi madre buscó y encontró a una chica de mi familia. Aquí las familias se organizan por ramas. Unas son cercanas y otras lejanas, pero sabemos quienes somos familia. Ella es lejana. Yo no la conocía. Sus abuelos son hermanos de mis abuelos”, manifestó Mohamed. Lea: Indignante: programa de televisión “regala” una mujer para casarse
Contó que, a partir del “descubrimiento” de esa mujer, todo pasó muy rápido. “Cuando mi madre la encontró me llamó para que tomara unas vacaciones para ir a verla. Luego, me llamó su padre para determinar un tiempo en su casa”. Así, fue que el 15 de febrero de 2022 el guía turístico vio por primera vez a Sabrina.
Ella, una musulmana muy religiosa, porta niqab (velo para la cara que deja despejada el área alrededor de los ojos y se usa con un pañuelo en la cabeza) y burka (velo de una sola pieza que cubre todo el cuerpo y la cara, dejando una pequeña rejilla a la altura de los ojos).
“Está prohibido que las mujeres se quiten la burka delante de los hombres que no están en la primera rama de la familia. Solo en sus casas pueden sentarse sin burka con sus padres, hermanos y tíos. Pero si un hombre tiene intenciones de casarse, la mujer se debe quitar la burka en su casa el día que se van a conocer”, explicó Mohamed.
“Nos sentamos junto a ella sin burka, solamente tenía el pañuelo de la cabeza. Dije cinco o seis palabras y me quedé escuchando lo que conversaba con mis hermanas sobre educación, opiniones personales, sus pensamientos sobre la vida, su deseo de casarse y tener hijos. Antes de ir les dije a mis hermanas las preguntas principales para mí y sobre eso le preguntaron. Con esos temas puedo saber si una chica es buena o mala para mí”, aseguró.
“Ella es muy inteligente, ocupó el primer lugar en la facultad de la lengua árabe, y eso era muy importante para mí. También es muy religiosa, ora y siempre está cerca de Alá, nuestro Dios. Es una buena persona. Al final de ese primer encuentro yo tenía mucha información sobre ella. Además, como somos de la misma familia, antes de ir pregunté sobre sus características, si era buena o no”, agregó.
Mohamed y sus hermanas regresaron a casa y él dejó pasar cinco días para decidir si hacía su esposa a aquella mujer. “Cuando mi madre fue a pedir la mano de la chica, su familia preguntó a mis familiares si yo era bueno o malo, mis características, trabajo. Solo si me aceptaban me permitían verla, entonces cuando fui a su casa sabía que de su parte ya estaba aceptado”, explicó.
Faltaba el “sí, acepto” de él y antes de llegar a esa determinación reflexionó:
En esa ceremonia, el 23 de febrero de 2022, Mohamed le entregó a Sabrina 50 gramos de oro y ambas familias firmaron un contrato. “Mínimo son 50 gramos de oro los que debemos entregar, como regalo de compromiso, y vestidos. Estoy muy feliz porque ella es buena persona. No buscamos casarnos por amor, pero cuando hay una buena chica el amor nace”, destacó.
En Esna, su ciudad, este proceder no es inusual. “El porcentaje de hombres que nos casamos de esta manera es del 90 %. Es la madre, hermana, otra mujer de la familia o vecina, quien por tener contacto con otras mujeres en visitas familiares, encuentra a la futura esposa y pide la mano”, afirmó el musulmán.
¿Y el sexo?
El musulmán señaló que, “al firmar el contrato legal y registrarlo, según la ley estoy casado, pero (para tener relaciones sexuales) hay que esperar la boda, que será en octubre. Hemos estado solos cuando la visito, nos sentamos solos en una habitación, pero solo a hablar. Hay que respetar la situación con una puerta abierta, no cerrada (risas). Después del tercer día podremos estar solos a puerta cerrada. ¡Estoy esperando!”.