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España encallada

El actual presidente del gobierno y candidato, Pedro Sánchez (PSOE), y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) confirmaron una vez más su desacuerdo. ¿Qué hay detrás del fracaso de la investidura?.

España encallada

Pedro Sánchez, presidente en funciones del gobierno español. //efe

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Por: Saia Vergara Jaime

Especial para El Universal

España vive un momento de gran incertidumbre. El actual presidente del gobierno en funciones y candidato a la presidencia del gobierno, Pedro Sánchez, Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) confirmaron en la última semana una vez más su desacuerdo. No lograron sacar adelante la investidura de lo que habría sido el primer gobierno estatal de coalición en la historia de la democracia española.

El apoyo de diversas fuerzas nacionalistas regionales, que estaba atado al “sí” de Unidas Podemos, le hubiera permitido llegar a la mayoría simple requerida para ratificar a Sánchez en su cargo durante los próximos 4 años. Pero en cambio recibió 155 votos negativos en la última sesión, llevada a cabo en el Congreso de los Diputados. ¿Ironías del destino?.

El 155 es un número ya mítico entre los españoles pues hace alusión al artículo de la Constitución que, en octubre de 2017, el entonces presidente del gobierno, Mariano Rajoy del Partido Popular (PP), apoyado por Albert Rivera de Ciudadanos (C’s) y Pedro Sánchez del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aplicó en Cataluña como resultado de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) promovida por el entonces gobierno autónomo de la Generalitat catalana. Este artículo dio al gobierno central la potestad de llevar a cabo una intervención político-administrativa “para restablecer el orden constitucional” en dicha comunidad autónoma. El 155 conllevó, entre muchas otras medidas, al cese inmediato de los políticos independentistas que habían llevado hasta las últimas consecuencias la DUI.

Más paradojas detrás de esta investidura fallida: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) es uno de los míticos partidos catalanes independentistas de izquierda. Varios de sus miembros hacían parte de la ejecutiva del entonces president catalán, Carles Puigdemont (Junts per Catalunya), que declararon la DUI en 2017. Como consecuencia de varios sucesos acaecidos luego de la aplicación del 155, algunos de sus miembros más importantes fueron -y siguen- encarcelados preventivamente (algo que ha escandalizado a juristas españoles y europeos) y otros permanecen en el exilio. A pesar de esta situación y de que Sánchez hubiera apoyado la aplicación de dicho artículo, el actual representante de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, uno de los personajes más controvertidos por su rebeldía y mordacidad, la semana pasada se convirtió en un mediador sosegado entre Sánchez e Iglesias. A medida que se aproximaba la última sesión de investidura (25 de julio), los desacuerdos entre los dos líderes de la izquierda aumentaban frente a lo que Rufián sentenció desde la tribuna del Congreso: “si nosotros hoy estamos haciendo este gesto [de abstenerse en vez de votar que “no” a Sánchez, como sería lo lógico en una actitud vengativa] es porque creemos que la palabra puede vencer al odio y la izquierda puede ganar de una vez por todas”. Sus argumentos, sin embargo, no conmovieron a los líderes en disputa.

Una paradoja más: En las elecciones de 2015 el PSOE, con Sánchez a la cabeza, quedó segundo en las elecciones generales. Sorpresivamente Mariano Rajoy, que las había ganado pero cuyos números le eran insuficientes para obtener mayoría en el Congreso y ser investido presidente, rechazó el ofrecimiento del Rey para postularse como candidato e intentar recabar los apoyos necesarios (algo sin precedentes en la historia de la democracia española). Sánchez, entonces, tomó el mandato del Rey. En aquel momento, igual que la semana pasada, el apoyo de Unidas Podemos era esencial para sacar adelante la investidura de Sánchez. Aquélla fue la primera vez que anidó el desacuerdo entre ambos líderes, lo que supuso la vuelta de Rajoy a la Moncloa, gracias a una abstención traumática para el PSOE, pues conllevó a la renuncia de Sánchez como presidente de su partido frente a su ya mítica negativa a propiciar un gobierno del PP: “no es no” sostuvo hasta el final en su discurso, cuando dejó su cargo entre lágrimas.

Hace poco más de un año, los casos de corrupción del partido de Rajoy llevaron a que Iglesias convenciera y trabajara a todo pulmón “a cambio de nada” para que Sánchez, que hacía poco había recuperado el liderazgo en su partido, presentara una moción de censura. Contra todo pronóstico ésta prosperó, sacó al PP de la Moncloa y lo puso al frente de un gobierno de “estabilización democrática” que duró casi 12 meses, hasta la convocatoria a la urnas el pasado abril (2019).

Luego de conocerse los resultados de estos comicios, el PSOE y Unidas Podemos tendrían una segunda oportunidad para pactar y sacar adelante, esta vez sí, “un gobierno progresista” y cumplir así el mandato de los ciudadanos. Pero, en medio de tanta paradoja, esta vez tampoco pudo ser. Con todos los entresijos que puede haber en esta historia, otra vez las fuerzas de izquierda -igual en España como en Colombia- prefirieron dinamitar los puentes que las unían y centrarse en todo aquello que las separaba. Triste final para una historia de la que el pueblo español, luego de casi 5 años de inestabilidad política, manifiesta sentirse hastiado.

La confrontación, el desencuentro y la falta de Política (con mayúscula) está siendo un combustible que los partidos de derecha y varios medios de comunicación han sabido -y sabrán- capitalizar para escindir, aún más, a un país que reclama que sus líderes concilien, cooperen y “se pongan a trabajar ya”. Habrá que esperar a septiembre para un último intento. A ver si es verdad que “la tercera es la vencida”.

Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos. //efe
Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos. //efe
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