La decisión de EEUU de reconocer los altos ocupados sirio del Golán como territorio soberano israelí, la influencia regional de Irán y Turquía, y las guerras en Siria, Libia y Yemen centrarán la trigésima cumbre anual de Liga Árabe que se celebra este domingo en Túnez.
Los ejes quedaron establecidos en la reunión ministerial previa celebrada este viernes en la capital tunecina, de la que salió un compromiso para frenar en los foros internacionales la propuesta del presidente estadounidense, Donald Trump, de legitimar la ocupación de un territorio estratégico.
Los altos del Golán son una cadena montañosa que se eleva desde el lago Tiberiades hacia la meseta de Siria que perteneció a este país hasta 1967, cuando su cima y su cara oeste fueron ocupadas por el Ejército de Israel.
Su valor estratégico crucial ya que desde su cima se ve Damasco, desde entonces bajo la amenaza directa de los misiles israelíes, pero también Jerusalén, y la otras grandes ciudades de Palestina e Israel.
“Trabajaremos con nuestros colegas árabes y con el resto de la comunidad internacional para contener las repercusiones que se espera que esta decisión tenga en foros regionales e internacionales”, afirmó el canciller tunecino, Khemaies Jhinaoui.
“El objetivo es devolver la causa palestina al frente de las preocupaciones árabes para que recupere su lugar en la escena árabe e internacional”, agregó.
En esta línea, el portavoz oficial de la cumbre, Mahmoud Khemiri, desveló que se autorizara una ayuda extraordinaria de unos 100 millones de dólares para reforzar el presupuesto de la Autoridad Nacional Palestina.
A propuesta saudí, en los puestos de privilegio de la agenda estarán también la creciente influencia en la región de Turquía e Irán, país este último al que Riad acusa de fomentar el terrorismo y de inmiscuirse en los conflictos de Yemen y Siria, en los que Arabia Saudí también interfiere.
En la reunión ministerial del viernes, el ministro saudí de Asuntos Exteriores, Ibrahim al Assaf, insistió en que el país persa “es la mayor amenaza a la que se enfrentan los árabes”, por encima incluso de Israel, por lo que instó a los otros 21 estados a trabajar unidos.
Otra de las cuestiones principales será la guerra en Libia, en la que también trata de interferir Arabia Saudí y que es objeto de gran preocupación para sus vecinos, en particular para Egipto, Argelia y la propia Túnez.
Esta misma semana, el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdelaziz, recibió en Riad al mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia, en un claro mensaje al cada vez más débil gobierno sostenido por la ONU en Trípoli.
Libia será objeto de una reunión paralela entre Naciones Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana y la Liga árabe con el objetivo de fijar una hoja de ruta para la celebración de unas elecciones libres antes de fin de año.
Como en ocasiones precedentes, esta cumbre estará marcada también por varias ausencias de jefes de Estado, entre ellas la del presidente sudanés, Omar al Bachir, quien el jueves anuló su participación sin explicación alguna.
La decisión se conoció pocas horas después de que la organización Human Rights Watch (HRW) pidiera a Túnez ejecutar las dos órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) que pesan sobre él por genocidio y crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en la región de Darfour.
Como es habitual, tampoco estará el enfermo mandatario argelino, Abdelaziz Bouteflika, enviará por su parte al presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, en medio de una crisis institucional que vive el país en el último mes durante el cual miles de personas han salido a las calles contra el régimen militar.
También estará ausente el presidente sirio, Bashar al Asad, cuyo país está suspendido de membrecía desde el inicio de la guerra en 2011 y se duda de la presencia del dirigente egipcio, Abdelfatah Al Sisi, que según la prensa tunecina habría anulado en el último momento su participación por “razones de seguridad particulares”
En un plano inferior quedan cuestiones como la guerra en Yemen, considerada la mayor crisis humanitaria del mundo por Naciones Unidas, en la que Arabia Saudí lidera una coalición militar árabe en apoyo al gobierno en Sanaa.