Los cancilleres de Francia y Colombia, reunidos este lunes en Bogotá, condenaron el asesinato del embajador ruso en Turquía, que fue tildado por el ministro de relaciones exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, como un "acto despreciable".
"Quiero, en nombre de Francia, condenar con la mayor fuerza posible este acto despreciable", declaró Ayrault en Bogotá, donde se encuentra realizando una visita oficial.
"Recibimos esta noticia con consternación", dijo Ayrault durante una rueda de prensa conjunta con su par colombiana, María Ángela Holguín, quien también expresó por parte todo el "rechazo a este acto nuevo de terrorismo".
"El mundo está llegando a unas situaciones donde no hay ninguna parte segura, donde en cualquier parte puede pasar cualquier cosa", dijo Holguín.
De su lado, Ayrault aseguró que es necesario mantener la movilización "para luchar contra todas las formas de violencia y de terrorismo".
Ambos cancilleres enviaron su solidaridad y condolencias a Rusia y Turquía en nombre de sus países.
Un policía turco vestido de paisano asesinó este lunes al embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, al grito de "Alepo" y "Allahu Akbar" (Ala es Grande), en la víspera de una reunión crucial entre los ministros de Relaciones Exteriores ruso, turco e iraní sobre el conflicto en Siria.
Tras el asesinato, el atacante fue "neutralizado" en una operación policial, según la agencia estatal turca Anadolu.
Poco antes de conocerse el atentado, Ayrault había saludado la adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución propuesta por Francia que, según él mismo precisó, "prevé la actuación de observadores para garantizar la salida, con la mayor seguridad posible, de la población civil de Alepo".
"Llamo a todas las partes, en particular a los rusos, que pueden hacer presión sobre el regimen y sus aliados, para que esta resolución sea efectiva muy rápido para garantizar la seguridad de la población y permitir el acceso de la ayuda humanitaria", declaró el canciller francés a la AFP, destacando que esos civiles están sufriendo "una gran angustia y que la guerra no es una opción".
La adopción de esta resolución es la primera señal de unidad después de meses de desencuentros entre las grandes potencias mundiales, ante el conflicto sirio que deja más de 310.000 muertos desde marzo de 2011.
