Los ataques fueron los más recientes en seis días de violencia por todo el país realizados por afganos furiosos por la quema de algunos libros sagrados musulmanes en una base estadounidense a las afueras de Kabul. El incidente rápidamente se salió de control dejando al menos 30 muertos, incluyendo cuatro soldados estadounidenses asesinados por militares afganos, en una señal de la delicada naturaleza de las relaciones entre Afganistán y Estados Unidos.
Las autoridades afganas buscan por todo el país a un conductor sospechoso de la muerte de dos asesores del ejército de Estados Unidos que el sábado murieron baleados en una oficina del gobierno afgano.
Horas antes, el presidente afgano Hamid Karzai renovó su llamado a guardar la calma en un mensaje transmitido por televisión a todo el país.
El gobierno británico y la OTAN han sacado del país a cientos de asesores internacionales que trabajan en los ministerios por temor a que puedan convertirse en el siguiente objetivo de la furia en contra de los extranjeros.
