Las bombas estallaron en populosos barrios al sur de Bombay, los mismos que fueron objetivo en noviembre de 2008 en el ataque de un comando de diez hombres fuertemente armados que dejó 166 muertos al cabo de un sitio de 60 horas.
“Es un nuevo ataque al corazón de la India, un nuevo ataque contra Bombay”, declaró Prithviraj Chavan, jefe del gobierno del Estado de Maharashtra, del que Bombay es la capital.
Chavan hizo alusión a una posible implicación extranjera y afirmó que era un “desafío a la soberanía india”.
El ministerio del Interior indicó que al menos 21 personas murieron y que otras 141 resultaron heridas, muchas de ellas en estado grave.
En un comunicado, el primer ministro indio Manmohan Singh condenó los atentados, llamando a la población de Bombay a “mantenerse en calma y a mostrar una imagen unida”.
Los atentados no fueron reivindicados pero las sospechas apuntaban a dos grupos islamistas que ya atacaron en India en los últimos años: los Muyahidines indios y el Lashkar-e-Taiba (LeT), que tiene su base en Pakistán.
