Envejecer es comúnmente percibido como un proceso de deterioro que es alimentado por los estereotipos. Sin embargo, el envejecimiento debería ser visto como un periodo de enriquecimiento y nuevas posibilidades, pues, a medida que se derriban mitos, se descubre que aspectos como la cognición, la inmunidad y la felicidad siguen evolucionando positivamente con la edad.
Derribando estos mitos, se obtienen investigaciones que indican que el cerebro, lejos de estabilizarse en la mediana edad, continúa cambiando y desarrollándose a lo largo de la vida. Funciones cognitivas como la atención y la inhibición ejecutiva no solo se mantienen, sino que mejoran con el tiempo y, como si esto fuera poco, el sistema inmunológico, gracias a su memoria adquirida, se fortalece con los años, proporcionando una mayor resistencia a enfermedades.“No se la pondré fácil a los jíbaros” Dumek sobre decreto de Petro
Pero envejecer no se trata únicamente de procesos biológicos. La felicidad, como un camino misterioso en forma de “U”, muestra que la edad adulta no marca el fin de la alegría, sino más bien un punto en el camino hacia su renovada apreciación, pues, a medida que avanzamos en años, experimentamos una renovada capacidad para disfrutar de la vida, desafiando las expectativas de una supuesta crisis en la mediana edad.
Además de esto, la madurez emocional se convierte en un aliado, permitiendo un enfoque en lo positivo y la regulación más efectiva de las emociones, un hecho que se extiende a la satisfacción sexual, ya que esta no disminuye, sino que se transforma en una experiencia más plena, acompañada por la seguridad en uno mismo y la comodidad con el propio cuerpo.
Abrazar el envejecimiento no es simplemente aceptar los cambios externos, sino celebrar la sabiduría acumulada, la fortaleza desarrollada y las alegrías que perduran. Envejecer es un regalo que brinda nuevas perspectivas y que invita a vivir plenamente cada etapa de su existencia.