Los tangueros de Buenos Aires están desesperados. Desde el 11 de marzo del año pasado bailarines, cantantes y demás no trabajan debido a la pandemia de COVID-19 y hoy luchan con las autoridades para que les permitan abrir las milongas para “abrazarse” en un baile siguiendo un protocolo sanitario.
En tanto, las casas de tango, que principalmente recibían turistas, se mantienen cerradas desde el aislamiento y el cierre de fronteras que ordenó el gobierno de Alberto Fernández el 20 de marzo del año pasado y las que sobrevivan no prevén volver a abrir hasta fines de este año.